Una queja se repite en torno al servicio de las áreas de Emergencia de tres hospitales de Guayaquil: el largo tiempo de espera para recibir atención médica, que según los pacientes, son “emergencias”.

En lo que va del año se registra un repunte de enfermedades invernales en las salas de los hospitales públicos Francisco de Ycaza Bustamante y Abel Gilbert –conocido como Guayaquil– y en el del IESS, Teodoro Maldonado Carbo, que son destinadas para quienes presenten alguna complicación que comprometa su vida.

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En el primer centro, los padres llegan con sus hijos decaídos, recostados en su regazo. Otros, desde la noche anterior esperan exhaustos por los resultados de laboratorio.

Un guardia vigila la puerta de Emergencia que tiene las siglas MSP (Ministerio de Salud Pública). “Solo pasa un padre por niño”, repite el personal de seguridad con voz intimidante. Ante esta expresión, los padres Marjorie y Clemente intercambian miradas y en silencio sortean la decisión.

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El llanto de unos cerca de cincuenta menores –de entre 2 meses y 4 años– reciben a Clemente y a su hijo de 14 meses, quien tiene un cuadro de vómito y diarrea desde el martes pasado. “Todo lo que come, lo vomita. Está muy débil”, comenta con voz temblorosa.

Clemente llegó a las 06:30 desde Las Malvinas, en el sur, y recibió el turno 57, mientras el televisor central de la sala llama al 32 para ingresar al Triaje, área donde se evalúa al paciente y se determina si se trata de una emergencia o urgencia.

Sentado, con la mirada fija en la pantalla y tras acariciar la cabeza de su hijo, Clemente comenta que prefiere acudir al hospital porque “aunque la espera es larga, la atención es mejor que la de un subcentro de salud. Aquí sí hay especialistas”, expresa el padre, quien afirma que al dispensario cercano a su hogar acude cuando el menor tiene gripe y si esta se complica, su esposa madruga para separar cita en Consulta Externa.

“Turno 47”, repite dos veces el segundo guardia, quien permite el ingreso del paciente al área de Triaje. Presuroso, Clemente ingresa con su hijo a las 07:45. Diez minutos después sale, se sienta y espera otros 45 minutos para la atención con el pediatra. “Lo revisó y me dijo que podría ser una infección viral o algo que le hizo daño (...). Le mandaron un examen de heces”, comenta Clemente.

Hasta el resultado de las pruebas –que se demora una hora– el menor permaneció en observación para recibir hidratación por vía oral.

Son las 09:00 y la sala resulta estrecha. Más de cien pacientes esperan y siguen llegando. El colapso del sistema se debe a que el 70% de los 600 pacientes que se atienden a diario en emergencia, acuden por enfermedades invernales, según Patricia Parrales, directora del hospital. Alrededor del 50% son afecciones respiratorias como bronquitis, crisis asmáticas, rinofaringitis y neumonías. De ese grupo, los pacientes que vienen con dificultades para respirar pueden tener un manejo intrahospitalario, dice Parrales, quien agrega que de un 20% a un 30% pueden ser controlados en centros de atención primaria de salud.

Estos pacientes son derivados del Triaje a una carpa de Contingencia y una unidad móvil afuera de Emergencia.

A un 20% le diagnostican males gastrointestinales (diarreas y vómitos) que –en algunos de los casos– causan deshidratación de moderada a severa, que requieren hospitalizarse. El 4% se debe a dengue y el restante, 16%, a otras enfermedades.

“Debido a la demanda por estos males (invernales), tenemos un porcentaje de ocupación de camas alta; estamos llenos”, informa Parrales, quien agrega que cuando la capacidad instalada está llena, los menores son derivados al hospital León Becerra, con el que el MSP firmó convenio quince días atrás.

Según Parrales, en Emergencia hay 23 pediatras en diferentes turnos y siete residentes por guardia (turnos de 24 horas cada 4 días). La directora reconoce que la demanda actual crea desequilibrio con el recurso.

A las 10:30, una fila de unos 20 pacientes esperaba como Clemente el retiro de medicinas en el área de Farmacia. Le recetaron paracetamol, suero oral y un restaurador de la flora intestinal. Cerca de las 11:00 el menor fue dado de alta. Pero, por no presentar mejoría, a las 17:50 del jueves, los padres lo llevaron a un centro privado. A la larga espera se le suma la falta de camas, medicamentos y en, algunos casos, el “mal trato” que dicen recibir algunos pacientes del hospital Abel Gilbert.

Sentada con la mirada perdida, frente a la sala de Contingencia –donde se estabiliza a los pacientes del área de Emergencia– está Rosa. Su suegro, de 75 años, lleva nueve días allí porque una afección respiratoria empeoró su cáncer.

El paciente fue trasladado desde una clínica a la Emergencia de este casa de salud. Rosa anota que esperó por más de cinco horas el ingreso de su familiar por falta de camas.

Otros esperan más de un día para su ingreso en el hospital. Ante esta constante, Daniel Chávez, director de la casa de salud, sostiene que “no hay las camas necesarias por el número de habitantes ni sumando todas las camas del sector público y privado de la ciudad (...). Se está dando de alta apenas el paciente pueda irse para optimizar los recursos”, dice.

Sobre el desfase de fármacos, según Chávez, se lo trata y resuelve si es posible el mismo día. Sin embargo, desde hace ocho días, Rosa ha tenido que comprar varias medicinas. “Desde los sueros e inyecciones de vancomicina (antibiótico para tratar infecciones) (...). ¿Dónde está la ayuda del Gobierno, que dice que todo es gratuito?”, expresa indignada.

Agrega que para formar la albúmina que le recetan y que no le dan en la casa de salud, Rosa compra un suplemento nutricional ($ 10) y lo mezcla con claras de huevo. La preparación se la dan dos veces al día para aumentar sus defensas.

En tanto, los pacientes con síntomas febriles, gripales y diarréicos son numerosos en el área de Emergencia, donde como van llegando son ubicados por los guardias.

De los 800 pacientes que reciben a diario, el 65% llega con afecciones respiratorias; el 35%, infecciones gastrointestinales; y el 5%, males como el dengue. Es decir, que del 75% al 80% llegan por enfermedades invernales, añade Chávez.

Sostiene que de todos los pacientes, unos 250 pueden ser atendidos en subcentros. Como Óscar, de 52 años, que temblaba en el asiento por el escalofrío, también tenía fiebre y tos.

“Ya me revisaron, pero de mala manera. Los doctores no entienden que uno viene porque en los subcentros no hay nada”, reitera el habitante del Suburbio, que esperó dos horas por atención. Más en pag. 2

Textuales: Hospital Abel Gilbert
Maribel Carpio
Familiar de paciente
“Tengo más de 24 horas esperando una cama para mi esposo que sufre del corazón, pero no hay. ¡Mírelo!, está débil”.

Rosa Terán
Pariente
“Suero sí le pusieron, pero la sistalgina (para el dolor) las tuve que comprar (...). Vine porque los subcentros no tienen nada”.