“Tillo” era una palabra muy común en el habla popular de los chicos de hace tiempo, de antes de las computadoras, de la internet y tantas otras novedades que han cambiado hasta los juegos infantiles.
Tillo no era otra cosa sino la tapa de lata de las botellas de refrescos, que una vez destapadas se arrojaban por su ningún valor económico, pero que servían para fabricar una serie de juguetes, o para las más enconadas apuestas infantiles. Los tillos también servían para explicar por qué corría de una pelea pactada o improvisada, el machito de la jorga, que al momento de la verdad no era tal. Entonces, los demás “guambras” decían y con razón: “Y el miedo será tillos”.
Me he acordado de esta situación de antaño ante los últimos acontecimientos en los cuales “machito” se retira de pelea, al darse cuenta de que el mundo estaba en su contra: presidentes y expresidentes; literatos de fuste aunque sean calificados como “limitaditos”; medios de comunicación de todas las nacionalidades; políticos respetables; instituciones de derechos humanos; centros democráticos, todos unidos contra la torpeza y la ambición.
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Ante ello y ya que el miedo no es “tillos”, mejor salir corriendo como los guambras de antaño, buscando como pretexto un perdón, que no es otra cosa que el reconocimiento del fracaso de la justicia dominada; de los chukyseven que escriben sentencias para que ciertos jueces raudos las firmen; de las meteduras de pata diplomáticas. Pero, bueno, ojalá todo esto sirva para mejorar el comportamiento social, y crear un verdadero ambiente democrático.
Hugo Andrés León Calderón,
Quito