Es inaudito, pero sobre todo vergonzoso, que haya sido en el Cuartel Modelo que se dictó el fallo judicial a favor de Diabluma, opositores a la instalación del busto a León Febres-Cordero, en la Plaza del Paseo que lleva en justicia, su nombre.
La envidia por sí sola es una de las pasiones más bajas y abominables, pero peor aún cuando se va en contra de la gratitud histórica del pueblo noble de Guayaquil.
Tenemos derecho a expresar nuestro cariño, admiración y respeto a León Febres-Cordero por sus cualidades y virtudes, así como por su bravura y tesón para entregarse a una tarea por pocos creíble: rescatar a Guayaquil de los escombros, de la inmundicia, la putrefacción y la corrupción en la que la hundieron aquellos hijos perversos.
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Aplaudimos a nuestro alcalde, el abogado Jaime Nebot Saadi, por sus valientes y claros comunicados publicados sobre el tema, en apego a la ley.
Por ahora, se trabajará aquí una columna en memoria de nuestro querido ex presidente y ex alcalde, la que se instalará en el sitio previsto hasta que en su momento y en el mismo lugar, sea colocado el monumento original, al que se le ha negado la entrada al país.
Pienso, por lo tanto, que para quienes cometen este atropello, “el fin, justifica los medios”. ¡Los guayaquileños, al igual que nuestro inolvidable León, somos aguerridos, valientes, dignos, gratos, justos y perseverantes!
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Ya nos llegará el día en que podremos admirar el busto original trabajado en España, del insigne guayaquileño León Febres-Cordero, colocado al final del hermosísimo malecón de su ciudad que lo vio nacer y a la que le entregó su vida.
Margarita Arosemena Gómez-Lince,
Guayaquil
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