Veo, con mucho pesar a mis 20 años cómo se coarta la libertad de expresión en mi amado país. En vez de existir una actitud conciliadora y buscar acuerdos para crear una mancomunidad que sepa respetar no solo los derechos de la mayoría (que muy bien puede estar equivocada), se busca la más mínima divergencia para crear una actitud hostil e incluso hiriente.
Usted ensalza y menciona frecuentemente a Eloy Alfaro; cabe recalcar que la obra de mayor trascendencia en el tiempo, la construcción del ferrocarril, fue una oda a la unión, a la integración del Ecuador, tanto de la Costa como de la Sierra; obra magnánima por las condiciones del terreno y la dificultad del trabajo que se realizó.
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Estimado señor presidente, veo cómo lucha con vehemencia en las cortes contra las personas que discrepan con usted. ¿No le parece que existen miles de muertes, asesinatos, secuestros de seres de familias que deben cargar muchos años de martirio hasta que con “suerte” obtengan de la justicia una respuesta a medias, o “premio consuelo” ante la tragedia del familiar perdido?
Hace unos días presencié un caso trágico, el de un joven taxista que en el cumplimiento de su labor tuvo la desgracia de encontrar la muerte en manos de unos desalmados; ocurrió en el sector en donde está instalada la central del muy promocionado EQ911; ninguna ambulancia acudió al lugar sino hasta muy pasadas horas. ¿No le parece que ese es un caso digno de ser tomado como bandera de su gobierno? ¿No le parece que es más noble y gratificante luchar por estas pobres personas? Le pido a Dios que lo ilumine, señor presidente. Esta carta refleja el sentir de la juventud que mañana tendrá las riendas del país. Espero que no recibamos un Estado dividido en guerra civil y del hazmerreír del mundo por todos los acontecimientos que hoy estamos viviendo.
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Giovanni Galarza Morla,
Guayaquil