Hace tres años Francisco Mite, ecuatoriano especialista en manejo de suelos y nutrición vegetal, inició una investigación dirigida a desarrollar tecnologías para el manejo de suelos calcáreos, propios de la península de Santa Elena y en los cuales la tecnología de nutrición vegetal aplicada con éxito en otras regiones del país, no funciona y amenaza con agravar el desarrollo de la salinidad.

El estudio destaca que si los agroempresarios no toman en cuenta esta naturaleza genética, el problema de salinidad se desarrollará más pronto, como ya empieza a notarse en ciertas áreas de la Península donde cultivos comerciales de cacao, entre otros, han desaparecido por su intolerancia a la sal.

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Esto lo confirmó Danny Cedeño, administrador de una finca en la comuna El Azúcar (Santa Elena). “Para el pimiento, cebolla, tomate, plátano, regamos mucho más para lavar la sal en la época seca y nos recomiendan aplicar insumos orgánicos porque los químicos ahondan el problema. Los costos suben y es un obstáculo que ha obligado a grandes y chicos a salirse de la agricultura en varios sectores de la provincia”.

Lo dicho por Cedeño se constata a lo largo de la vía que lleva a la presa El Azúcar, donde lotes primarios de cacao CNN51 están marchitándose.

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La investigación patrocinada por la empresa privada Producargo S.A., revela el investigador y funcionario del Iniap, pone en evidencia que un residuo de la industrialización de la caña de azúcar es una herramienta que permite aplicar un paquete tecnológico con el uso de nutrientes apropiados para mejorar las propiedades químicas (alta acidez de sales), físicas (porosidad-filtración de agua) y biológicas (contenido orgánico) del suelo calcáreo.

Este residuo natural de la elaboración del alcohol, bautizado aquí como Fertivin, es un líquido denso y oscuro que sirve de fertilizante y enmienda para este tipo de suelo frágil.

Durante la investigación realizada por Mite, el promedio de la producción anual de grano de cacao se elevó en 25 quintales, o sea se obtuvo tres toneladas de grano por hectárea, al mejorarse las condiciones del suelo y hacerlo más sostenible para la explotación agrícola. “Es una alternativa orgánica que no causa ningún impacto negativo y es un error que el agricultor crea que echando unos cuantos litros de ácidos húmicos se propicie un cambio en el suelo, porque se pierden”, dice Mite.

El monitoreo del nuevo insumo orgánico mostró que utilizándose en dosis adecuadas y en formulación con los fertilizantes químicos (úrea) y agentes benéficos (bacterias) baja la acidez liberada (PH de 8 a 7,7 ), aumenta el contenido de potasio de 818 a 841 partes x millón (40 kilos), incrementa el aporte de azufre (12 kilos), y suministra materia orgánica y beneficia a los microorganismos encargados de descomponer los residuos orgánicos que mantienen la porosidad del suelo para que filtre adecuadamente el agua y no forme charcos.

Este trabajo sobre los beneficios del fertilizante natural determina también que disminuye un 13% el contenido de cadmio en las mazorcas de cacao, factor que incidirá en las futuras exportaciones a la Unión Europea cuando fijen el límite permitido de este mineral por ser nocivo para la salud.

Otros usos

En banano este fertilizante y enmienda natural reduce cuatro veces la población de nematodos en las raíces y por su contenido proteico también se utiliza en alimentación animal (cerdos - camarón).

Estratificación

El 75% de los suelos de la Península son normales y el resto tiene problemas salinos y salinos sódicos.

50 mil hectáreas cuentan con estructura de riego, pero en la actualidad solo 10 mil se explotan con variada particularidad de suelos.