“Desde pequeño me hice aficionado al cine gracias a mis padres, que siempre me llevaban”, cuenta Gerard Raad Dibo, de 77 años, profesor de profesión y crítico de cine por afición.
Gerard, junto a otros amigos aficionados al cine, organizaron durante unos 20 años muchos cine-foro en la Casa de la Cultura. “Nosotros hablábamos antes de que comience la película (llegó a proyectar más de 1.500), le dábamos a los asistentes unas hojas para que anoten cosas de la película que le parecían relevantes. Después pasábamos el filme y cuando finalizaba hacíamos un foro”, comenta.En esa época también hacía teatro, ya sea como actor, director, extra, de todo. “Lo que más me gustaba era dirigir, lo hice muchas veces”. También confiesa que en varias ocasiones intentó escribir para teatro. “Yo empezaba a escribir, pero nunca terminaba”.Él es, sin duda, uno de los personajes que más recuerdos cinematográficos tiene en su cabeza. Puede pasar de hablar de la película de Los Pitufos (2011), a comentar lo bella y talentosa que era Vivien Leigh en Un tranvía llamado deseo (1951), para luego volver a hablar de la última Misión imposible (2011), en que a pesar de ser “no muy buena”, Tom Cruise “recupera el estrellato”.En cuanto al cine ecuatoriano, afirma que ahora se hace mucho más, sobre todo porque antes “revelar una película era muy caro, en cambio ahora con las nuevas cámaras se hace de todo”.Entre las producciones que destaca están las de Tania Hermida, los filmes de Sebastián Cordero y Fernando Mieles. “Ahora hay bastantes chicos haciendo cine, en tal caso no todos son muy buenos, pero lo importante es que lo están haciendo”, señala Gerard, quien añade que de las últimas que ha visto, le llamó mucho la atención el documental de María Fernanda Restrepo: Con mi corazón en Yambo. “Más allá de la carga política que pueda tener, es un muy buen producto cinematográfico en su total”.Para él, aún muy poca gente apoya el cine ecuatoriano, al que además “le falta propaganda”, porque “uno va a ver lo que le anuncian”, ese es un punto a mejorar.En cuanto a su vida personal, es bastante reservado, simplemente dice que nunca se casó ni tuvo hijos, nada más. “De eso no hablo”.Tiene un carácter alegre, bromista y jovial. Sin embargo, cuando los temas de conversación salen del ámbito del cine, se vuelve más cauteloso, e incluso si le llega a incomodar, suelta una risa bastante particular, casi irónica, pero al final contesta tranquilo.Actualmente, todos los viernes, “en teoría”, hace un cine-foro en la Espol, en el campus principal.Obviamente va al cine casi todos los días a ver las nuevas películas en cartelera, sin olvidarse de la lectura. Además siempre es contactado por algún periodista para que le dé su opinión sobre cosas relacionas a la pantalla grande. Entre sus escritores favoritos destaca a Ernest Hemingway, William Shakespeare, entre otros.Dice que siempre le preguntan cuál ha sido la mejor película que ha visto y que él contesta: “ Yo qué voy a saber”, además, añade riendo que “el que no ve películas está fregado, debe ver de todo, sin decidir antes si son buenas o malas”.Dicen de él
“Fue un buen profesor, muy responsable, aunque con un carácter particular, o como dicen, fosforito. Cuando trabajamos nos llevábamos bien”.
Eberth Maridueña
Compañero en el colegio Guayaquil","isAccessibleForFree":true}
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Su afición por el séptimo arte lo ha hecho ver miles de películas, ya sean comerciales o artísticas, lo importante para él es ir al cine, una tradición que siempre le enseñó mucho por las historias que cuenta y los personajes que crea y da vida.
“Desde pequeño me hice aficionado al cine gracias a mis padres, que siempre me llevaban”, cuenta Gerard Raad Dibo, de 77 años, profesor de profesión y crítico de cine por afición.
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"En las empresas que han conseguido hitos culturales importantes, generalmente hay un tridente -o equipo- que trabajó en forma mancomunada".
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