Debemos aceptar como un axioma que el aire que respiramos en nuestra ciudad está contaminado por partículas en suspensión y por el dióxido de azufre, entre tantas otras sustancias.

El azufre sólido no engendra peligro, sin embargo, cuando es gaseoso causa daños de consideración. Las gasolinas y el diésel que lo contienen emanan al aire dióxido de azufre y partículas en suspensión altamente dañinas para la salud pública. Este gas al mezclarse con el agua se convierte en ácido sulfúrico, causando lo que conocemos como lluvia y neblina ácidas que afecta a la agricultura, malogra los edificios y monumentos, daña los vehículos; y, sobre todo, perjudica a la salud de los habitantes.

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El azufre de los combustibles forma un material que contiene trocitos muy pequeños, menores a 2,5 micras, que flotan en el aire y al ser respirados llegan hasta los bronquios y pulmones produciendo cáncer, asma y otras enfermedades del corazón. Además causa irritación en los ojos, etcétera.

Los motores de las maquinarias en general también resultan afectados, reduciendo su vida útil porque causa daño a los pistones, las válvulas, las bujías y sistemas de inyección. A nivel mundial se quiere hacer que el azufre en los combustibles desaparezca. Por ello se busca que las refinerías estén obligadas a procesar petróleo de buena calidad y a limpiar los combustibles que se importan o se producen en los países. El parque automotor, con una antigüedad promedio de 18 años, debe restringirse porque expulsa en mayor cantidad estos gases contaminantes.

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En nuestro país los señores que manejan el petróleo, los combustibles, el ambiente ¿qué han hecho? Se conoce que el combustible que se expende tiene entre 1.500 a 1.800 Ppm de azufre; es decir, un parámetro muy alto en la región. Colombia acaba de invertir 300 millones de dólares y su meta para este año será de 50 Ppm. Estados Unidos y Chile tienen diésel de 50 Ppm. Bolivia tiene 350 Ppm. En la Unión Europea hasta el próximo año los proveedores deberán comercializar la gasolina con un contenido máximo de oxígeno de 2,7%, y un máximo de etanol del 5%. El contenido de azufre no será superior a 10 Ppm.

La gasolina de más alto contenido de azufre en el mundo es la peruana, con 7.000 Ppm. El peligro nuestro es que importemos desde ese país, el combustible nuestro subsidiado. Nuestro deseo es que se haga lo que se tenga que hacer para preservar la vida de los ecuatorianos.

Walter W. Wiesner,
ingeniero, Guayaquil