AP-EFE
BAGDAD.- Los militares estadounidenses declararon el jueves el fin de su misión en Irak con una discreta ceremonia detrás de los muros de un complejo fortificado en el aeropuerto de Bagdad.
La bandera que usaron los norteamericanos en Irak fue arriada y guardada durante una ceremonia de 45 minutos. Ningún dirigente político iraquí estuvo presente.
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La base de Iman Alí en la ciudad de Al Nasiriya y el aeropuerto de Basora, ambos en el sur del país, son los últimos dos puntos con presencia militar estadounidense, después de que ayer se retiraran las tropas de la base de Iko, en la ciudad de Diwaniya, 180 kilómetros al sur de Bagdad.
Sin embargo la retirada concluirá oficialmente el 31 de diciembre cuando salgan los últimos soldados del contingente de 4.000 que aún permanecen en el sur del país árabe y pondrán fin a una presencia comenzada con la invasión de las tropas anglo-estadounidenses el 20 de marzo de 2003.
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No hubo ningún cartel que se jactara de una "Misión cumplida". Tampoco hubo ningún desfile por el centro de esta capital dañada y recompuesta después de casi nueve años de guerra. Tampoco multitudes de iraquíes entusiasmados de haberse librado de Saddam Hussein.
De ese modo, y con breves palabras de altos funcionarios estadounidenses que vinieron custodiados por estrictas medidas de seguridad debido a la violencia persistente en Irak, Estados Unidos bajó el telón de una guerra que dejó 4.500 soldados estadounidenses muertos a las que habría que sumar otras bajas en la coalición internacional y más de 100.000 iraquíes muertos, en su gran mayoría civiles.
El conflicto también dejó otros 32.000 estadounidenses y muchísimos más iraquíes heridos, exprimió más de 800.000 millones de dólares del tesoro de Estados Unidos y causó resentimiento en una mayoría de estadounidenses por una guerra que muchos apoyaron inicialmente como una prolongación de la guerra antiterrorista después de los ataques del 2001.
Poner fin a la guerra fue uno de los primeros objetivos de la presidencia de Barack Obama, y la ceremonia del jueves le permite cumplir una promesa crucial de su campaña.
Ya el 1 de septiembre de 2010, Washington anunciaba el fin de la llamada operación "Libertad Iraquí", tras la salida del último batallón de combate norteamericano.
La nueva etapa, que pasó a denominarse "Nuevo Amanecer", es la que ahora EE.UU. da por finalizada y que se consumará el próximo 31 de diciembre con la retirada del último soldado estadounidense de Irak.
Sin Saddam pero sumida en violencia
En momentos en que se retiran los últimos soldados de Irak, dejan detrás de sí una nación libre de la tiranía de Saddam pero acosada por la violencia y temerosa del futuro. Los ataques con bombas y los tiroteos siguen siendo comunes. Y los expertos están preocupados por la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para defender la nación de amenazas extranjeras.
"Ustedes se retiran con gran orgullo", dijo el secretario de defensa de EE.UU. Leon Panetta a los soldados en el aeropuerto. "Seguros de saber que vuestro sacrificio ha ayudado al pueblo iraquí a iniciar un nuevo capítulo de su historia".
Durante su discurso Panetta aseguró que "el sueño de un Irak independiente y soberano es ya una realidad" y subrayó que EEUU mantendrá una presencia diplomática significativa y cooperará en asuntos de seguridad para garantizar la estabilidad política en el país.
"Nunca olvidaremos las lecciones de la guerra ni olvidaremos los sacrificios de más de un millón de hombres y mujeres estadounidenses, así como de sus familias", manifestó Panetta, en referencia a los soldados estadounidenses que han pasado por Irak en sucesivas rotaciones.
Muchos iraquíes, sin embargo, no saben qué les depara el futuro inmediato. Su alivio por el fin del régimen de Saddam, que fue ahorcado el último día del 2006, se vio contrarrestado por una guerra larga y enconada que fue lanzada para hallar las inexistentes armas de destrucción masiva y estuvo a punto de precipitar Irak en una guerra civil sectaria.
Un país destruido
"Con este retiro, los estadounidenses dejan detrás un país destruido", se lamentó Mariam Jazim, una chiita cuyo padre fue muerto por un disparo de mortero en la Ciudad Sadr. "Los estadounidenses no dejaron escuelas modernas ni grandes fábricas. Dejaron en cambio miles de viudas y huérfanos. Los estadounidenses no dejaron detrás un pueblo y un país libre, sino un país arruinado y una nación dividida".
"La ceremonia estadounidense representa el fracaso de la ocupación de Irak debido a la gran resistencia del pueblo iraquí", afirmó el legislador Amir al-Kinani, miembro de la coalición política leal al clérigo Muqtada al Sadr.
El vicepresidente de Irak, Tareq al Hashemi, declaró en un comunicado que "la gente de la calle está preocupada por lo que sucederá después de la retirada, por lo que debemos asegurar que estaremos a la altura de las circunstancias y dispuestos a reafirmar la unidad nacional".