AFP
MOSCÚ, Rusia.- El pasado soviético sigue aún muy presente en Rusia veinte años después de la desaparición de la URSS, como lo prueban la permanencia de los restos de Lenin en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú, así como la hoz y el martillo y otros símbolos comunistas en muchos lugares.

Estos vestigios son sorprendentes, comenzando por las imponentes estatuas de Lenin situadas en Moscú frente al ministerio del Interior y a la estación de Leningrado. Curiosamente esta estación se sigue llamando así aun cuando la ciudad recobró su nombre, San Petersburgo.

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Otra rareza es que San Petersburgo es actualmente la capital de la región de Leningrado.

Circular por Moscú se parece a veces a un viaje por el tiempo: Avenida del 60º aniversario de la Revolución de octubre, Bulevar de los Komsomoles (juventudes comunistas), Calle marxista, Plaza de la Revolución, Biblioteca Lenin, Fábrica Hoz y Martillo, Estación del metro Guardia Roja, Proletario u Octubre, Teatro Lenkom (Komsomol de Lenin).

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Muchos se sorprenden de que una avenida de la capital lleve el nombre de Yuri Andropov, jefe del KGB durante años, que enviaba a los disidentes a los campos de concentración y a los asilos psiquiátricos, y que persiguió al escritor Alexander Solyenitzin, Premio Nobel de Literatura, y al Premio Nobel de la Paz, Andrei Sajarov.

La situación es igual en las provincias, donde se ven en cada ciudad estatuas de Lenin, calles Lenin y Karl Marx, y con frecuencia una calle Dzerjinski, el fundador de la policía secreta soviética de siniestra reputación.

Un busto de este personaje, que sigue siendo el "santo patrono" de los servicios de seguridad rusos, decora el patio interior de la policía de Moscú. Y un suburbio de la capital lleva el nombre de Dzerjinski, así como un centro industrial a 370 km al este de Moscú.

"¿Por qué se rinde homenaje a Lenin, Dzerjinski y otros criminales? ¿Por qué dejan esas placas conmemorativas en los edificios donde Lenin estuvo alguna vez? Moscú sigue siendo una ciudad comunista", protesta el historiador Ian Rachinski, miembro de la asociación "Memorial", que lucha por mantener el recuerdo de las represiones de la época soviética.

Es cierto que hay un gran contraste entre el impresionante número de monumentos y placas conmemorativas sobre el pasado comunista y la ausencia casi total de lo que podría recordar los aspectos trágicos de la historia de la URSS.

"No hay placa alguna en las cárceles de Moscú para indicar que decenas de miles de inocentes fueron encarcelados", dice la historiadora Irina Cherbakova, en una entrevista con la AFP.

Por el contrario, varios responsables de las mortíferas purgas de la época comunista, sobre todo Dzerjinski y su sucesor Menjinski, siguen reposando en un lugar de honor, en el corazón de la capital, al pie de las murallas del Kremlin, al lado de la tumba de Stalin.

"El trabajo sobre el pasado, que se inició con la caída de la URSS, ha sido interrumpido", afirmó Irina Cherbakova.

Únicamente Solyenitzin y Sajarov tienen en la actualidad el honor de que una calle de la capital lleve sus nombres, aun cuando estas arterias se encuentran en barrios poco frecuentados.