Su delgado y trigueño cuerpo tiembla sentado en una silla del pasillo del Hospital de Infectología José Daniel Rodríguez, una hora después de salir del consultorio de su médico tratante, al que visita a menudo. Los escalofríos no le permitieron llegar a la puerta. El suero que le administraron para combatir las bacterias impregnadas hace tres meses en sus pulmones y estómago lo debilita.

José (nombre protegido) espera, paciente, a que los efectos pasen para ir a su casa en el suburbio y descansar. Sabe que debe reponerse para enfrentar al que alberga en su cuerpo desde hace cuatro años: el VIH.

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La capucha de su abrigo tapa su alargada cabeza mientras él, con sus manos, cubre su rostro al revelar que su homosexualidad la descubrió a los 14 años, luego de tener relaciones sexuales con una chica.

“El virus me lo pasó mi segunda pareja a los 18 años. Yo no sabía que él estaba infectado, pero me parecía raro que siempre pasaba enfermo”, comenta.

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Se enteró de que él tenía el virus meses después de la ruptura, cuando un amigo le pidió que lo acompañara a hacerse una prueba rápida en una fundación. “Yo no quería, pero mi amigo me animó. Nos llamaron uno por uno a darnos los resultados, a él le salió negativo. Cuando me llamaron a mí, me dijeron que tenía VIH. Salí llorando, él me preguntó qué me pasaba, pero yo no paraba de llorar. Me fui a la universidad y pensé en lanzarme de uno de los edificios para matarme”.

Los pocos conocimientos que José poseía sobre el virus lo hicieron pensar que podría morir en cualquier momento. No sabía que podía llevar un tratamiento con antirretrovirales.

Su caso fue uno de los detectados durante la década pasada, cuando en el país se presentó un incremento marcado en el 2008 y 2009, según el informe de la Sesión Especial de las Naciones Unidas (Ungass, por sus siglas en inglés) del 2010.

“En estos dos años se notificaron más casos que en todo el resto de la década”, señala el documento, en el que se agrega que este mal se mantiene concentrado, principalmente, en los hombres que mantienen sexo con hombres (HSH).

Pese a que ha habido un aumento de casos en los heterosexuales, el jefe de Epidemiología de la Dirección Provincial de Salud, Luis Alberto Mena, explica que en el grupo de los HSH el VIH tiene una prevalencia del 19%, que es la más alta en comparación con el 3,2% de las trabajadoras sexuales y el 0,14% de las embarazadas.

Desde que se diagnosticaron los primeros casos en 1984 en el Ecuador (8), su número se ha incrementado de manera sostenida, sumando hasta el 2009 14.773 de VIH y 7.037 de sida.

De estos, el mayor porcentaje se ubica en la Costa con el 84,7%; Guayas acumula más casos, siendo 7.494 los notificados del 2008 al 2010, conforme estadísticas del Ministerio de Salud Pública (MSP).

Para el coordinador de Programas de la Fundación Equidad, que atiende a la comunidad GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales), Luis Fernando Galarza, el incremento de personas infectadas se debe a que la gente le ha “perdido el miedo” al virus.

Pues dentro de las terapias psicológicas y de grupo pre y posprueba se explica que tener VIH no es sinónimo de muerte, ya que en el país se entregan antirretrovirales gratuitos para mantener y elevar los niveles de CD4 y carga viral. Conforme el Programa Nacional de VIH hasta septiembre pasado, eran 8.913 los adultos que recibían.

Gracias a estos medicamentos, Miguel (nombre protegido), de 42 años, quien tiene el virus desde hace ocho, mantiene su nivel de CD4 sobre 500 y su carga viral es indetectable.

Reconoce que al principio se le hizo difícil aceptar su “condición de vida”, como él denomina a la infección, debido a los prejuicios y la discriminación.

Sus ojos se llenan de lágrimas y mira con resentimiento al recordar que en el banco donde trabajaba su jefe les dijo a los compañeros de trabajo que quemaran los cubiertos con los que él comía para que no corrieran el riesgo de infectarse.

“Me hicieron sentir que tenía una peste y no solo en mi trabajo. Una vez fui al hospital del IESS por una enfermedad y le conté al doctor sobre mi condición de vida. En ese momento se paró y se alejó unos cinco metros. Ni siquiera me auscultó para saber qué tenía”, contó.

Por ello, varias organizaciones y fundaciones se han constituido para apoyar y brindar atención médica, psicológica y toma de pruebas sin costo.

Es que Miguel y José se encuentran entre el segmento poblacional más afectado por el VIH (entre 20 y 44 años), representando el 72,5% en el 2009, y el 78,3% de sida, del total nacional. Pero ninguno de los dos se deja vencer.

José recibe tratamiento antirretroviral y vitaminas, aunque no ha podido dejar el cigarrillo, el alcohol y las drogas, motivo por el cual sus niveles de CD4, hasta agosto pasado, estaban en 69 cuando lo regular es 350. No obstante, se prometió regresar a la universidad el próximo año para continuar con su carrera de periodista.

Mientras que Miguel da charlas en uno de los centros de salud del MSP en las que comparte con otros su historia. “Tenemos una constante lucha contra el virus, nosotros mismos y los demás para continuar”.

Cifras

7.037
Sida. Son los casos notificados en el país.

14.773
VIH. Es el total de personas, entre adultos y menores, los cuales tienen el virus.

7.494
Casos. Se detectaron en Guayas en los años 2008, 2009 y 2010.

8.913
Adultos reciben tratamiento antirretroviral. Cifras hasta septiembre pasado del Programa Nacional de VIH.