Los jóvenes ecuatorianos debemos tomar conciencia sobre el peligro que hay cuando salimos a la calle con supuestos amigos sin permiso de nuestros padres, y nos vamos a discotecas o a centros de diversión nocturna.

En algunos de dichos lugares se baila, se consume abundante licor y hasta drogas, y después de un buen rato los jóvenes salen de esos sitios en ciertos estados deplorables y conducen vehículos sin medir las consecuencias graves que puede ocasionar ese comportamiento inadecuado.

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Todos los padres deberían dialogar permanentemente con sus hijos, saber qué hacen, con quién andan y también enseñarles a cultivar buenos hábitos y valores humanos y espirituales.

Stefani Sánchez Bolaños,
estudiante, Guayaquil