Me acuerdo que de niño recibí de regalo una pequeña escultura de tres divertidos monos, tapándose el primero los oídos, el segundo la boca y el tercero los ojos, peculiar simbología que me llenó de intriga desde el principio, pues era lógico suponer que tan simpático objeto iba a guardar un lugar preponderante en mi pequeño cuarto. No sé porque, pero a esa edad me parecía que el mono que se tapaba la boca era el más tonto, pero también el más valiente de los tres.

Poco tiempo después descubriría que la representación correspondía a los llamados tres monos sabios, cuya imagen más notoria aparece en una escultura de madera ubicada en el santuario de Toshogu (Japón) que data del XVII. Según la leyenda, los tres monos fueron enviados por los dioses para delatar las malas acciones de los humanos con un conjuro mágico y se representaban de la siguiente forma: Kikazaru que era el mono que se tapaba los oídos, utilizaba la vista para observar las malas acciones y contárselas a Mizaru mediante la voz; Mizaru que era el mono que se tapaba la vista se encargaba de llevar los mensajes al tercer mono Iwazaru, quien escuchaba los mensajes transmitidos por Mizaru para decidir la pena de los dioses que le caería al desafortunado que realizó las malas acciones.

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Naturalmente, la representación de los tres monos sabios ha dado lugar a una serie de interpretaciones y especulaciones respecto de su verdadero significado. En Japón, por ejemplo, dio lugar a la llamada regla de oro para llegar a la sabiduría en el sentido de que una persona debe negarse a escuchar maldades, negarse a ver maldades y negarse a decir maldades, mientras que otras versiones creen que el mensaje es que una persona que no está expuesta a la maldad a través de lo que ve o lo que oye, no la reflejará jamás con sus palabras y acciones. Otros en cambio, creen que la representación se basa en la virtud y a la discreción, "no digas todo lo que sepas, no mires lo que no debas, no creas todo lo que te dicen", mientras que hay quienes argumentan que los tres monos son el antecedente asiático de la Omertá, que no es otra cosa que el código del silencio de la mafia.

De repente y luego de haber perdido algo de interés en el significado de los tres monos, me percato que, poco a poco, la presencia específica de uno de ellos empezará a tener una vigencia notable al imponer las conductas públicas en este país; por supuesto, ustedes se preguntarán a qué me estoy refiriendo y la respuesta es muy sencilla: tengo la impresión que la revolución ciudadana guarda una predilección especial por el mono que se tapa la boca para no decir nunca nada, para no expresar algo incorrecto, para no molestar a nadie en el poder, buen mono, incapaz, por ejemplo, de llamar golondrinas a ciertos jueces o comentar que está en desacuerdo con los nuevos impuestos. En estos tiempos, el mono que se tapa la boca puede parecer el más astuto, pero es, sin lugar a dudas, el más flojo de los tres.