Gonzalo A. Bermúdez Cedeño,
Guayaquil.- Existen dos frases sagradas que la humanidad desgraciadamente las está olvidando, estas son "por favor" y "gracias". Hoy me voy a referir a la segunda para decir ¡gracias a Dios por haberme permitido hace 37 años ser el ganador del concurso de méritos y oposición para ser cirujano general de ese hospital que tenía el sagrado nombre de Hospital Guayaquil, y ser el primer cirujano fundador del Servicio de Cirugía junto con mi hermano fallecido en servicio hasta el último día de su vida, el doctor Arturo E. Bermúdez Cedeño, y el doctor Bosco Mendoza Alvarado!
En el trascurso de estos años fui cirujano general, lideré el departamento de Cirugía; fui profesor del departamento de Internado en la cátedra de cirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Estatal de Guayaquil, y hasta que hubo el posgrado de cirugía fui su director. Es por ello que siento el deber de decir ¡gracias! a los miles de alumnos del departamento de Internado por haberme permitido prepararlos para que ejerzan su medicatura rural en el área de cirugía, a mis cientos de cirujanos especialistas salidos del Programa de Posgrado por haberme dado la satisfacción de haberlos formado y estar consciente de que en todos los casos han superado a su maestro. ¡Qué inmensa alegría siente mi espíritu al verlos resolver en los quirófanos casos de alta complejidad quirúrgica sin complicaciones posoperatorias. Gracias por haber compartido conmigo ese lugar tan sagrado como son los quirófanos del Hospital Guayaquil! ¡Gracias a ese equipo de salud integrado por médicos, enfermeras profesionales, enfermeras auxiliares, secretarias, personal de servicio social y personal de servicios varios por haberme acompañado en estos años a dar un servicio de calidad y calidez a nuestros pacientes, la razón de ser de nuestro trabajo. Gracias a ese equipo de cirujanos especialistas que han compartido conmigo el Servicio de Cirugía dando amor, conocimiento, experiencia, capacidad y consejo para sacar adelante nuestro servicio!
¡Gracias a mis pacientes, quienes en estos 37 años les he dado todos mis esfuerzos y me han enseñado a practicar la parábola del buen samaritano. Debo agradecer a mi familia por su apoyo incondicional, y de corazón un sincero gracias por las múltiples llamadas de familiares, amigos, médicos, alumnos y pacientes de muchas partes del Ecuador y del exterior por sus voces de aliento y preocupación; quiero decirles a todos que hoy más que nunca siento tranquila mi conciencia que me dice que he cumplido con mi trabajo encomendado hace 37 años, practicando el principio fundamental de la medicina: "Primium non nocere" que significa "Lo primero es no hacer daño", y con el verdadero juramento hipocrático dado por nuestro padre de la medicina, Hipócrates: "Quien tiene amor por la humanidad, tiene amor por el arte de curar".
Gonzalo A. Bermúdez Cedeño,
médico, Guayaquil