“Mi hijo salió corriendo y me asusté, pensé que una de las balas le iba a impactar, la dueña del local me abrió la puerta y pudimos ingresar al negocio en medio de una balacera”, recuerda Rocío Amaya, quien lleva más de un año laborando en un quiosco de comidas ubicado en la ciudadela 9 de Octubre, en el sur de Guayaquil.