El sábado 15 de octubre, unas familias fuimos a un concierto en la explanada del antiguo MAAC y se dieron dos situaciones en el parqueo de este lugar, a la altura de la calle Loja.

Primero, llegamos a las 19:00 y había personal dejando entrar los carros de acuerdo a los que iban saliendo, lo cual nos pareció una buena práctica.

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En vista de que había unos vehículos delante del nuestro, este proceso demoró unos 30 minutos hasta que logramos entrar; pero para sorpresa nuestra, adentro del parqueadero había más de diez espacios de estacionamiento desocupados. Un amigo se acercó a reclamarle a la persona que se encontraba en la puerta de ingreso y esta le respondió: “Eso es lo que nos avisa el cajero”.

Segundo, una vez terminado el show, nos dirigimos nuevamente al parqueo a buscar nuestros carros, eran como las 10:45 y nos encontramos con la novedad de que únicamente estaba funcionando una de las dos puertas de salida. Reclamamos a un empleado que estaba dentro del lugar y nos dijo que esa segunda salida atiende solo hasta las 10:00 y que ya no había cajero, entonces empezó nuestra tortura; éramos decenas de personas en carros en fila queriendo salir, con un solo cajero atendiendo. Mientras esperábamos, se nos venía a la mente lo que podría suceder ante algún evento que pudiese ocasionar una estampida o una situación de pánico, o si simplemente alguna persona de alguno de los vehículos tuviese una emergencia de salud, eso provocaba angustia.

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Luego de 40 minutos llegamos al cajero y pagamos 6 dólares por el servicio.

Cuando pasan estas cosas uno piensa que 6 dólares son carísimos para el abuso y maltrato al que nos someten.

Quienes administran los parqueos del Malecón Simón Bolívar deben actuar oportunamente cuando hay eventos con concurrencia masiva.

Ana Luisa de Hidalgo,
Guayaquil