La “silueta” de Manhattan cambió radicalmente y, con ella, el mundo entero. Fue el 11 de septiembre del 2001. La caída de las torres del World Trade Center (WTC) ¬otrora epicentro del poder económico de Estados Unidos¬ marcó un antes y un después en las relaciones de la primera superpotencia con el resto de países. Así, ante sus ojos, ese mundo se partió en dos. En los “buenos” y los “malos”. En los que están “con nosotros” y los que están “en contra de nosotros”.