Tan emblemático como el parque Centenario, pero mucho más antiguo es el Seminario, situado al frente de la Catedral y limitado por las calles Chimborazo, Chile, Clemente Ballén y 10 de Agosto. A través de los años ha tenido varias denominaciones: Plaza de Armas, Parque de la Estrella, Plaza Bolívar, por la estatua central ecuestre del Libertador; Seminario, en honor al filántropo, cuyos familiares donaron el enrejado y otros adornos que lo embellecieron y, últimamente Parque de las Iguanas, por gran cantidad de los reptiles que lo habitan en sus vistosas áreas verdes y son los habitantes inconfundibles del lugar.
A comienzos de 1900 el aspecto acogedor del parque, el romanticismo de la época y las retretas que las bandas en su glorieta, eran marco para los encuentros de caballeros de sombrero y las damas de sombrilla y vestido largo.
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Hacia los cincuenta se construyó en una de sus esquinas una gruta de piedra en honor a la Virgen de Fátima, donde se formaba una cascada que desembocaba en una laguna artificial habitada por peces y pequeñas tortugas.
En este pintoresco entorno los chicos aún se regocijan observando inquietas ardillas y las iguanas, que son el atractivo de turistas nacionales y extranjeros. El parque fue el lugar preferido por estudiantes secundarios y universitarios para estudiar y preparar exámenes.
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Apuntes de Gustavo
Cáceres Castro, médico.
Guayaquil, cuna de rebeldías. / Te anunció la pupila esmeralda del Santa Ana/ y la voz robusta de tu ría./Te arrulla la música del Guayas y te despierta el canto del trabajo.
Enrique Avellán Ferrés,
guayaquileño.