Seguramente las autoridades contarán con una batería de argumentos para justificar su disposición de que ya no se elija abanderados entre los estudiantes de séptimo grado de básica. No nos corresponde a nosotros sino a los pedagogos y especialistas opinar al respecto. Lo que no tiene justificación es no haber tomado en cuenta que muchos niños y jóvenes se preparan desde muy temprana edad para ese acontecimiento con la ilusión de ser los escogidos, y de un solo plumazo se les frustró su sueño. ¿Acaso no se podría –como se ha sugerido– regular la disposición para que tenga validez a partir de cierta fecha, de tal modo que las nuevas promociones sepan a qué atenerse?

No se gobierna solo con ideas, hay que contrastarlas siempre con la opinión de los afectados, no para echarse para atrás necesariamente, pero sí para lograr consenso y provocar el menor impacto posible, sobre todo cuando se trata de la juventud.