Una institución que ha cosechado triunfos por más de ocho décadas y es seguida por millones de ecuatorianos. Barcelona es, para el pueblo fanático, sinónimo de esperanza y alegría.

Es el ídolo ecuatoriano. Es historia, anécdotas. Es un sentimiento, una pasión incontrolable. Es el papá. Lo más grande.

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Son algunas de las descripciones que dan los fanáticos cuando se pregunta ¿qué es Barcelona?

El equipo amarillo cumple el próximo 1 de mayo 86 años y Viva Samborondón quiso saber cuán ídolo es Barcelona en el sector y las opiniones de sus seguidores.

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Uno de ellos es Carlos León, residente de la ciudadela Cataluña (km 12,5). Tiene 25 años y dice ser hincha de Barcelona desde que tiene uso de razón. Su amor por el equipo viene de herencia, pues sus padres y tres hermanas también son aficionados.

Hace tres años se hizo socio del club. Tiene una suite en el estadio Monumental Banco Pichincha y no se pierde ni un solo partido. “El infaltable en el estadio soy yo”, dice.

Carlos también asiste a los encuentros de visita. Entre sus anécdotas cuenta que llevó a su hija Martina al estadio cuando tenía cuatro meses (ahora tiene siete). Aunque su familia se opuso, para él es una manera de encaminarla a ser barcelonista. “La mamá también es barcelonista, si no, no podía haber matrimonio”, afirma.

Él aconseja a los futbolistas que jueguen por amor a la camiseta, “no lo hagan por sentido económico”.

AÑOS AMARILLOS

Barcelona nació el 1 de mayo de 1925 en el barrio del Astillero (la zona de Eloy Alfaro y Francisco de Marcos). Un catalán llamado Eutimio Pérez, fanático del Barcelona Fútbol Club de España, creó una institución deportiva con el mismo nombre, solo cambió el Fútbol Club por Sporting Club.

Desde su primer partido contra el C.S. Ayacucho (ganó 1-0) hasta convertirse en el equipo preferido de los ecuatorianos pasaron algunos años. En la década de los cuarenta, Barcelona comenzó a ganarse el membrete de ídolo cuando venció al Millonarios de Colombia, de los equipos más fuertes de América.

La hazaña de la Plata y las dos finales de la Copa Libertadores de América quizás sean los recuerdos más gratos del equipo amarillo.

El 29 de abril de 1971 (mañana se cumplen 40 años del juego) se enfrentó en Argentina, por la Copa Libertadores, a Estudiantes de la Plata, tricampeón vigente de la competencia (1968, 1969 y 1970) y hasta ese encuentro invicto como local en ese certamen.

El conjunto amarillo llegó a su primera final de la Libertadores en 1990 de la mano de Carlos Luis Morales, Mario Saralegui, Marcelo Trobbiani, entre otros. Aunque perdió contra el Olimpia de Paraguay, hasta esa fecha era el único equipo del país que había llegado a esas instancias en el mayor torneo de fútbol del continente.

Repitió la final en 1998, pero perdió 2-1 contra el Vasco da Gama, de Brasil, en el Monumental.

El título de campeón ecuatoriano de 1997, por el que disputó esa edición de la Libertadores, fue el último que ganó Barcelona.

POCAS ALEGRÍAS

Desde su último campeonato, Barcelona clasificó solo dos veces al mayor torneo interclubes del Continente (2003 y 2004). En estos años la institución ha estado envuelta en crisis dirigenciales, económicas y futbolísticas.

Los seguidores anhelan ver al equipo dar su vuelta olímpica número 14 (tiene 13 trofeos, la mayor cantidad de campeonatos, al igual que El Nacional, de Quito). Pero con campeonatos o sin ellos, su pasión sigue intacta.

... El Astillero, donde nació Barcelona, el ídolo ecuatoriano..., le canta el popular Héctor Napolitano; “Solo nos queda Barcelona”, le recitó el escritor Fernando Artieda (+). Porque Barcelona es ídolo de millones de ecuatorianos, incluso en la capital, donde hay decenas de equipos de fútbol.

En Samborondón viven miles de barcelonistas a muerte. Entre ellos está Ricardo Proaño, habitante de Las Riberas (km 1), hincha del club desde que nació, hace 23 años. Su familia (papá y dos hermanos) son del equipo, menos su mamá, que es de El Nacional.

Su lema es apoyar al equipo en todo momento, así le vaya mal. “Ver jugar al Barce no es solo un partido de fútbol, sino ir a tener una alegría en la vida”.

Según él, cuando gana, todo el país está feliz; cuando pierde, están tristes o mal genio. “Yo apago el celular o no contesto las llamadas”. Como anécdota cuenta que cuando va a algún juego y ha discutido con su mamá, Barcelona pierde.

Desde hace un par de meses va a casi todos los partidos; en su camiseta del equipo tiene cuatro firmas de los jugadores Dennis Quiñónez, de la Torre, Miguel Ibarra y Matías Oyola. “Yo veo que este año, con Álex Aguinaga, hay una luz al final del túnel”, agrega este ingeniero comercial a quien le gustaría aportar económicamente al equipo teniendo una fábrica de chocolate cultivando cacao, “haciendo un convenio para dar un porcentaje de las ventas al equipo”, cree.

Entre las mujeres de la pantalla también hay una enferma por los amarillos. María Mercedes Cuesta (vive en el km 10,5) recuerda sus momentos en la Sur Oscura, cuando las chicas no se atravían a ir allá. También los viajes por Ecuador para ver a su equipo. Ahora le duele lo que pasa la institución, pero como ella formó parte de la directiva alguna vez, sabe lo difícil que es.

Como una hincha más, María Mercedes llora y se alegra por Barcelona. Espera que los directivos se den cuenta de que hace falta un trabajo a largo plazo y tener jugadores nacidos allí, que amen la camiseta.

AMARILLOS X 3

En la familia Abad Arteaga (residentes de la urbanización Bouganville) la mayoría de sus miembros son amarillos (la mamá es de Liga de Quito).

Victorino, de 18 años, va casi siempre al estadio. La ida al Monumental que más recuerda es una que entró con su papá al portazo, porque tenían boletos para tribuna y no pudieron entrar. El juego era contra el Deportivo Quito y lo golearon 4 a 1.

Él confía en que el técnico, Álex Aguinaga, hará un buen papel, porque pone un equipo de acuerdo con el lugar donde juega y les da ánimo a los jugadores, porque jugar en Barcelona no es fácil. “Esa camiseta pesa”, expresa.

De los resultados del cuadro torero depende su estado de ánimo. Cuando Barcelona gana, Victorino incluso estudia con ganas.

Su hermana, de 23 años, también es amarilla. Recuerda de niña haber ido al estadio con su papá y un primo que llegó de EE.UU. Del equipo actual admira a Pablo Palacios porque cuando juega se nota que le pone ánimos.

El papá de los dos fanáticos se llama Víctor. Tiene 46 años y recuerda un campeonato contra El Nacional. “Fui al estadio y como no tenía mucho dinero fui a galería y nos metimos a la cancha a celebrar”, recuerda.

Este hincha “barcelonista antes de nacer y después de morir” juega fútbol por hobbie como defensa y admira el trabajo del exjugador amarillo Pepito Paes. También el del brasileño Víctor Ephanor, de quien siempre tiene presente su chilena inolvidable.

Ephanor y otros nombres como Enrique Pajarito Cantos (+), Sigifredo Chuchuca (+), José Vargas, Rigoberto Aguirre, Simón y Clímaco Cañarte, Pablo Ansaldo, Vicente Lecaro (+), Alberto Spencer (+), Washington Muñoz, Édison Saldivia, Víctor Ephanor, Pepe Paes, Galo Vásquez, Jimmy Montanero, Carlos Muñoz (+), Manuel Uquillas, Carlos Alfaro Moreno y José Cevallos son los nombres que más recuerda la hinchada amarilla, la que hace años extraña vueltas de campeonato, lágrimas de alegría y torneos internacionales.

ENTREVISTA A CARLOS LUIS MORALES

Incluso los que no son amarillos recordarán la imagen del joven arquero arrodillado en el césped del Monumental, vestido con un buzo multicolor gritando a todo pulmón la clasificación de Barcelona a la final de la Copa Libertadores de 1990. Carlos Luis Morales, hoy de 45 años, es uno de los íconos del cuadro torero. Esta semana la presidencia de Barcelona anunció que uno de los arcos del Monumental llevará su nombre. Ante la polémica surgida, ya que algunos hinchas niegan sus méritos en el club por haber militado luego en Emelec, Carlos Morales nos responde:

¿Cómo se siente por el anuncio de nombrar a uno de los arcos del estadio de Barcelona con su nombre?

Es un orgullo. Me siento honrado, por mí y mi familia de que haga este homenaje en vida a quienes entregamos mucho por el club.

¿Qué siente por Barcelona?

Barcelona nunca morirá en mí. En los años que jugué allí, en la década de los ochenta, los jugadores nos entregábamos por el equipo. Si había que entregar la vida y morir por Barcelona, moríamos. Ahora no sienten la camiseta.

¿Algún jugador que usted considere un ídolo de Barcelona?

Para mí, José Cevallos es uno de los ídolos Nadie más que él merece que un arco lleve su nombre. Por los años que jugó allí, por el Mundial y su Copa Libertadores. Mi puesto (en el nombre del arco) quizás pudo ser para otro, el de él, no.