Entre el 2008 y el 2010, altos mandos de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) mantuvieron una relación directa con la Embajada de Estados Unidos en Quito, con el fin de tratar temas de cooperación en materia de seguridad y defensa, según los cables revelados por Wikileaks.

Durante esos dos años, la cúpula castrense estuvo integrada por el jefe del Comando Conjunto, Fabián Varela; los comandantes del Ejército, Ernesto González (ahora máxima autoridad militar); de la Fuerza Aérea, Rodrigo Bohórquez; de la Marina, Aland Molestina; y el subsecretario de Defensa, Jorge Peña.

Publicidad

Según el cable Nº 241024, originado en Quito el 21 de diciembre del 2009, el contralmirante Aland Molestina le propuso a EE.UU. el intercambio de información de inteligencia en temas de interdicción marítima.

Esto sucedía, luego de que a inicios de ese mismo año el presidente Rafael Correa ya había expulsado a dos funcionarios de la Embajada, a Armando Astorga y a Mark Sullivan, con el argumento de que estaban imponiendo condiciones a dos unidades policiales, y luego de que en el 2008, tras el bombardeo a Angostura, el mandatario denunció la supuesta infiltración de la Agencia de Inteligencia de EE.UU. (CIA) en las Fuerzas Armadas y Policía.

Publicidad

“Molestina se acercó a la Embajada el 1 de septiembre para proponer la formalización del intercambio de información entre la Marina ecuatoriana y el gobierno de EE.UU. Mientras la motivación de Molestina... podría incluir la protección de su propio cargo y de su personal, otros contactos dentro de la Marina ecuatoriana dicen que el momento es bueno para formalizar cooperación de inteligencia”, señala la nota diplomática firmada por la exembajadora Heather Hodges. El documento agrega: “La Embajada apoya esta iniciativa como un contrapeso a la creciente resistencia de los militares ecuatorianos para colaborar con el gobierno de EE.UU.”.

Molestina fue designado por Correa en diciembre del 2008. Para la Embajada, el pedido de Molestina era mantener la cooperación después de posibles cambios en la cúpula y proteger al personal de cualquier “persecución política o judicial”.

Este Diario se contactó con Molestina. En primera instancia aceptó una entrevista, pero a última hora la canceló “hasta ver qué pasa” con los cables.

La Marina ha sido la rama de confianza de Correa, a la que encargó la administración de Petroecuador y proyectos importantes, como el almacenamiento de gas en tierra.

Pero ese no es el único caso. El cable Nº 220007, del 7 de agosto del 2009, informaba al Departamento de Estado sobre un pedido de cooperación y entrenamiento realizado por el general Fabián Varela, para la destrucción de casi un millón de misiles, armas, bombas y otras municiones.

Varela asumió el mando militar en abril del 2008, en medio de las acusaciones de Correa a la CIA. Para la Embajada, el pedido representaba “una oportunidad”. Un pedido directo del jefe de las FF.AA. también demostraba una voluntad política “no encontrada anteriormente, al menos bajo la actual administración (de Correa)”.

Varela dijo a este Diario que no recuerda haber realizado este pedido. “Nunca he hablado directamente con la Embajada; tampoco con la embajadora; ni por teléfono”, comentó.

En este mismo cable se revela el interés de la Embajada y su idea de agendar reuniones con “el principal contacto en las Fuerzas Armadas ecuatorianas, general Gonzalo Meza, así como con funcionarios relevantes del Ministerio de Relaciones Exteriores”.

Meza –que fue jefe de Estado Mayor del Comando Conjunto en el 2009 y que salió en el 2010 al no ser considerado por Correa en la terna de generales para comandar el Ejército– recuerda que remitió una lista del material bélico a ser destruido, pero niega el papel que le otorga el cable. “Yo no soy contacto de nadie”, expresó entre risas.

En el comentario de la nota diplomática se afirma: “Es importante avanzar con las municiones enlistadas, ya que corren el riesgo de caer en manos de las FARC, como resultado de un robo o potencial venta por parte de un funcionario corrupto; por tanto, representa una potencial amenaza a las fuerzas de USA o Colombia”. Para Varela este comentario no tiene sustento porque se trataba de material caducado. Indicó, además, que durante su gestión no se concretó un acuerdo de este tipo con la Embajada.

El cable Nº 229888, del 15 de octubre del 2010, se refiere a las relaciones con la Fuerza Aérea y su estrecha cooperación, durante 10 años, para el funcionamiento de un radar TPS-70 en la frontera norte. No obstante, lamenta que en agosto del 2009, el entonces comandante Rodrigo Bohórquez se haya rehusado a permitir el ingreso de militares técnicos estadounidenses para hacer reparaciones en el radar.

En marzo del 2008, el entonces comandante de la FAE, Jorge Gabela (fallecido), había señalado que la falta de reacción ecuatoriana ante la incursión colombiana a Angostura, el 1 de marzo de ese mismo año, se debía a la vejez de los radares y a que esa noche los equipos estaban apagados.

Los cables señalan la subordinación de los militares al poder civil y político. Describen un escenario en el que los mandos tiene que elegir entre someterse o perder sus carreras.

El cable Nº 229888, revela que la Embajada diseñó una estrategia, que contempla la presión desde adentro del Ejército y de líderes del Gobierno, para recuperar “la cooperación total”. Allí se prevén visitas de militares y civiles a EE.UU. (y viceversa), seminarios, entrenamiento sobre utilización de armas y recursos económicos para la frontera.

En los cables también se relata el contacto con militares de mandos medios, quienes advirtieron que la situación “va a ser difícil”, tras la designación, en enero del 2009, de Miguel Carvajal, un crítico de Estados Unidos, como ministro de Seguridad Interna y Externa.

Textuales: Reportes diplomáticos
“La Embajada apoya esta iniciativa (la de Molestina) como un contrapeso a la creciente resistencia de los militares ecuatorianos para colaborar con el gobierno de EE.UU.”.

“Los militares saben que sus opciones son cooperar con sus dirigentes civiles o perder sus carreras”.

Lea mañana
EE.UU. reconoció esfuerzos en lucha antidrogas, pero identificó varias debilidades.