Por Jorge Barraza | (jbarraza@sinectis.com.ar)
.- "En fútbol, el Viejo Continente es Sudamérica", nos dijo Joseph Blatter durante una entrevista a fines del 2006. Destacaba el papel pionero que tuvo América del Sur en diversos tópicos futboleros. En el juego principalmente.
Hacia 1920, ya el Río de la Plata era de largo el mejor fútbol del mundo. Pese a ello, existe una obstinada compulsión por copiar todo lo europeo o norteamericano. Especialmente entre cierto periodismo.
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Calcar los torneos de Europa, los calendarios, las formas, esto, aquello. Si fuese posible, desechar todo lo bueno de este continente en aras de igualarse con aquellos. ¿Por qué.? Cada país o región tiene sus propias características. Brasil nunca podría disputar torneos como los demás países por sus colosales dimensiones. Solo el estado de Sao Paulo reúne 42 millones de habitantes. De Porto Alegre a Manaos hay cinco horas de vuelo. Europa es la antípoda, todo a mano. Para ir a ver al partido frente a Gales, un hincha podría subir a un taxi en Londres y ordenar: "A Cardiff." No es alocado.
En todo caso habría que aplicar el espíritu japonés: copiar lo bueno de Occidente sin perder jamás la educación, la mentalidad y las tradiciones de Oriente. Así pues sí, diría el Chavo.
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Con ilusión, frotándonos las manos casi, nos sentamos ayer en el living para ver Gales-Inglaterra por la eliminatoria de la Eurocopa, a jugarse el año entrante en Polonia y Ucrania.
Un estadio fascinante (el Millenium, de Cardiff, que en 1999 costó 202 millones de dólares construirlo), la siempre impecable pulcritud británica en el ingreso de los equipos, inmaculados en sus vestimentas roja (Gales) y blanca (Inglaterra), la corrección y perfecta ubicación de los 74.500 espectadores, todos sentados, el impactante verde del césped, que más parece cortado por peluqueros que por jardineros. Visualmente no existe en el mundo una puesta en escena con el buen gusto de la británica. Ninguna otra liga o país del mundo está en condiciones de igualar su sentido estético.
Uno puede pasar varios minutos contemplando la foto del rey Jorge V de Inglaterra saludando en el centro del campo al equipo del Manchester City. Es en la final de la FA Cup de 1934, en Wembley. El monarca, de galera y bastón, acompañado por el Primer Ministro, saluda uno a uno a los jugadores del City, perfectamente atildados y alineados, en tanto el capitán va indicándole a Su Majestad el nombre de cada jugador. Solo Inglaterra es capaz de producir una escena así.
Pasa con la Liga Premier inglesa, no existe un espectáculo mejor montado y organizado. Solo por eso nos resulta grato ver sus partidos.
Pero luego hay que jugar. Y en el momento en que suena el silbato finaliza el buen gusto, concluyen las ideas. El refinamiento da paso a la mecanización, a los consabidos centros aéreos, a los pases laterales. Es todo como comer sin sal. No hay un amague, una gambeta, un freno, un enganche, una pisada, un túnel, es decir el condimento que le da sabor a la hamburguesa.
Porque cuando se habla de selecciones, no están los 200 o 300 extranjeros que le dan brillo a la Premier League. Hay que jugar con lo nacional. Y ahí el nivel baja abruptamente. Por eso Inglaterra no figura en los Mundiales y Gales ni clasifica.
A los 15 minutos vencía Inglaterra 2-0. A los 7m abrió el marcador con un penal de Lampard por una falta torpe, infantil de James Collins al moreno Darren Bent (no es un "9" para Inglaterra). Luego, un pase larguísimo, fácil de contrarrestar para una defensa despierta, se transformó en centro de Young y toque a la red del mismo Bent.
Luego, los aburridos intentos locales por aproximarse al arco del excelente Joe Hart (¿Cómo Capello no lo llevó al Mundial teniendo tantos problemas en el puesto.?). Uno no imagina de qué forma podría Gales marcar un gol, que no sea por una falta o mediante un cabezazo. No se le advierte una idea, una pizca de talento, una chispa de picardía; tampoco elegancia ni contundencia. Se necesita un mínimo de técnica para competir mano a mano en la alta competencia. Perdía desde el primer cuarto de hora y se fue el primer tiempo sin que rematara una sola vez al arco. En su casa. Cualquier equipo sudamericano, incluidos Bolivia y Venezuela, tienen más fútbol y mejores jugadores que Gales.
El hincha mira el fútbol europeo y se detiene en España, Francia, Inglaterra, Alemania. Pero hay 53 asociaciones europeas. Y hay decenas de "Gales". Andorra, Luxemburgo, San Marino, Liechtenstein, Malta, Chipre, Islandia, Albania, Armenia, Azerbaiján, Bielorrusia, Bosnia, Estonia, Islas Feroe, Macedonia, Montenegro, Letonia, Moldovia, Georgia, Finlandia, Lituania, Eslovaquia. Hay muchos más de nivel similar. La Copa Mundial de Corea y Japón 2002 reunió 15 selecciones europeas. Este número fue criteriosamente reducido luego a 13 plazas. No da para más.
Inglaterra fue apenas superior a Gales. Consiguió un triunfo burocrático. El solo hecho de tener a Rooney lo obliga al triunfo. Es infinitamente superior a los 21 restantes. Y luego están el bueno de Ashley Cole (excelente lateral, un Roberto Carlos sin el remate furibundo del brasileño), la pegada y el buen trato de pelota de Frank Lampard (tampoco es uuuuuuuuuuhhhhhh.) Y el arquero Hart. Los demás, unos buenos muchachos.
Así, entre bostezos, llegamos a los 90 minutos y nos libramos de Gales-Inglaterra. Parafraseando al Bambino Veira, "el mejor fútbol del mundo. hasta que empieza el partido".