María Soledad Egüez
Quito.- Lamentablemente, fuerzas ajenas a lo espiritual pretenden crear una imagen de tensión entre dos comunidades hermanas que dependen de un solo pastor.
La Iglesia católica tiene plena facultad de dispensar la misión de unos para encargarla a otros, según la necesidad del lugar y del momento.
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Reconocer el trabajo de una congregación corresponde al pueblo principalmente, ya que de hacerlo el Estado, se correría el riesgo de estimular a unos en perjuicio de los que no son del agrado del mismo.
Parece que de la lluvia, se pretende hacer una tormenta. En Lago Agrio no abunda el oro, y el petróleo está bajo tierra, ¿qué esconden los agitadores con tanta violencia?
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María Soledad Egüez,
Quito