Bernardo Bottoni, de 39 años y con distrofia muscular progresiva, desconoce cuál será su futuro laboral.

Él, hace una semana, vendía artesanías en la av. 9 de Octubre, junto a su esposa y unas 20 personas no videntes, a las que el lunes pasado el Municipio ofreció reubicar para que desocupen la vía pública.

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Pero Bottoni no fue incluido entre los beneficiarios por no pertenecer al grupo, pues su discapacidad es distinta.

“No sabemos si es que nos reubicarán, hasta el miércoles los compañeros no videntes analizaban cómo se repartirían los cupos”, contó Bottoni.

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El pasado lunes, mientras se desarrollaba una reunión en la que el alcalde Jaime Nebot recibió a los comerciantes informales no videntes, Bottoni tuvo que salir por no ser miembro de la Agrupación de Ciegos y Amigos de los Ciegos del Guayas (Acacig).

“Realmente estábamos peleando por las personas no videntes, pero nos podrían considerar en el grupo”, expresó su esposa, María de Bottoni.

La mujer dijo que labora junto a él debido a que necesita cuidados especiales por su enfermedad, al tener el 100% de inmovilidad en extremidades.

Su anhelo es viajar a Italia, ya que su esposo es de allá, para un tratamiento con células madre con el que podría recuperar la movilidad de los brazos.

El director del departamento municipal de Justicia y Vigilancia, Xavier Narváez, afirmó el lunes pasado que iba a dialogar con Bottoni sobre la entrega de un puesto para que pueda continuar laborando, pero la reunión aún no se ha concretado.

Mientras, los no videntes esperan retomar su trabajo el lunes, ya que llevan dos semanas sin hacerlo, primero porque los metropolitanos se lo impedían y ahora por la reubicación.