El terremoto en Japón despertó un amplio movimiento de solidaridad desde todos los rincones del planeta, incluyendo Ecuador, para expresar el deseo y la convicción de que el pueblo japonés se volverá a levantar, como antes lo hizo luego de otras tragedias similares o aun más dolorosas.
Pero el terremoto además corroboró lo peligrosa que puede ser la energía nuclear como alternativa para el petróleo. En el estado actual de la tecnología, un reactor nuclear es casi una bomba atómica que, bajo ciertas circunstancias, puede quedar absolutamente sin ningún control. De allí que, desde este espacio, apoyemos la propuesta –antigua, pero que con este motivo renació– de que se declare una moratoria en la construcción de plantas nucleares hasta tanto los científicos pueden garantizar que su utilización no entraña peligros.
Extrañamente, el Ecuador acaba de firmar con Irán y Rusia convenios para desarrollar plantas nucleares; convenios que, suponemos, con estos acontecimientos serán archivados sin ninguna dilación.