Un helicóptero sobrevuela la isla Rábida, en el archipiélago de Galápagos, y deja caer miles de pastillas de veneno para eliminar ratas, una plaga que amenaza principalmente a las aves endémicas que habitan en este pedazo de suelo agreste, lleno de cactos y arbustos grises similares al muyuyo, que se halla entre aguas del Pacífico sur.

El aparato hace un veloz barrido por las 500 hectáreas que abarca esta isla. Cubre franjas de 80 metros de ancho dentro del proceso de exterminio de los roedores, que reducen a cáscaras de huevos de pinzones, cucubes, palomas y otras aves endémicas propias de esta isla, ubicada al este de Isabela y cerca de Santiago, Rábida no ha sido colonizada por el hombre.

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La operación se realizó el sábado 15 de enero, en un día de cielo despejado, sol intenso y un entorno paisajístico que se observa desde lo alto de un barranco. El mar azul rodea la isla mientras llega a los oídos el silbido de la brisa, los cánticos de los pájaros y gritos de un lobo marino que “marca territorio” en esta playa de arena rojiza.

Doscientos metros adentro de la isla se montó el centro de operaciones del plan de desratización que ejecuta el Parque Nacional Galápagos (PNG), con apoyo de personal de organismos foráneos como las estadounidenses Fundación Conservación de Islas, Universidad de Minnessota, entre otras.

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Freddy Villamar y Freddy Azuero, dos guardaparques del PNG, equipados con trajes color blanco que evocan a los astronautas, cargan las pastillas de veneno al helicóptero. El aparato lleva colgado una especie de embudo. Desciende lo suficiente para que ellos carguen la sustancia que mata a los roedores y cuyo componente activo es el brodifacoum.

Víctor Carrión, del área de erradicación de especies introducidas del PNG, afirma que el veneno solo mata a las ratas y no a otras especies de la isla. Pero sí había el riesgo con los gavilanes porque cazan a los roedores. De ahí que los 20 que viven en Rábida fueron llevados temporalmente a Santiago.

El costo del proyecto alcanza los 950 mil dólares. El veneno que se esparce en la isla Rábida se obtuvo de una donación de 42 toneladas de Laboratorios Bell, cuya sede está en Estados Unidos. En esta isla se usaron 10 toneladas de ese producto.

Felipe Cruz, jefe de asistencia técnica de la fundación Charles Darwin, un organismo que vela por la preservación de especies en Galápagos, destaca la efectividad de la técnica que se aplica por primera vez en América del Sur. Consiste en dos aplicaciones. La segunda se realiza luego de ocho días de la primera.

Esto porque las crías de las ratas salen de sus madrigueras luego de ese lapso, anota Carrión, que se muestra optimista luego de episodios de fracaso en la lucha contra los roedores y que se remontan al 2008.

En Seymour, otra isla del archipiélago que desde 1978 es Patrimonio Natural de la Humanidad, la aplicación del veneno fue manual. Dos meses demoraron los guardaparques para cubrir las casi 1.000 hectáreas de la isla. Pero la rápida reproducción de las ratas hizo que la tarea se tornara difícil.

“Ahora la lucha ya no es tan desigual. Empezamos con Rábida, pero nos quedan islas más extensas y pobladas, pero tenemos el desafío”, anota Carrión, quien sostiene que si tendrían recursos necesarios demorarían un año en terminar con los roedores introducidos, a los que llama canadiense y casero.

En Galápagos también hay ratas endémicas, pero su impacto es menor. En tanto, los roedores que se busca eliminar son capaces hasta de recorrer 7 millas en el agua. Estos animales han llegado en bodegas de barcos, aunque ahora los controles son más estrictos.

Según proyecciones del PNG, en unos 20 o 30 años se podrá eliminar a las ratas que afectan a la región Insular.

Componente activo
El brodifacoum, componente activo, provoca hemorragias internas al roedor.

Siguiente proceso
La próxima fase de erradicación de ratas con esta técnica se realizará en la isla Pinzón, de 1.800 hectáreas, pero aún se efectúan los estudios de impacto. Es probable que se tenga que retirar a otros gavilanes.