Durante cuatro años el Gobierno defendió un esquema económico que privilegiaba los subsidios. “Producir más no siempre es bueno”, solía decir el Presidente. “Los subsidios no son malos per se –agregaba–; lo que hay que ver es cómo se los aplica”. Ahora nos enteramos de que muy pronto podría subir el precio de algunos combustibles, las tarifas eléctricas, las medicinas y las llamadas de teléfonos celulares. El pan ya se encareció. Y todo, porque hay que eliminar subsidios.
Pero entonces hay que sacar la conclusión de que se aplicaron mal los subsidios, porque no mejoró la productividad (ya que no era importante) y aun así habrá que encarecer la subsistencia de los ecuatorianos, pero ya no paulatinamente, como hubiese sido deseable, sino de golpe, porque el tiempo perdido tiene un costo.
Si se acabó la etapa de los subsidios, sería conveniente que alguien explique cuál será el esquema que se fortalecerá a partir de ahora, porque eliminar subsidios podría ser tan malo como mantenerlos si detrás no hay una estrategia coherente.