Una asambleísta dice que el auge de la delincuencia no es culpa de las leyes sino de quienes las aplican. Los fiscales acusan a los jueces, los jueces a los policías, los policías a los fiscales. El Presidente de la República responsabiliza a los 16 años de alcaldías socialcristianas, y el Alcalde a las más recientes reformas legales.
Todos tendrán algo de razón, seguramente, unos más, otros menos; pero la polémica –concentrada exclusivamente en definir las causas y no las soluciones– nos retrata de cuerpo entero. Vivimos en un país donde no hay acuerdo ni siquiera para combatir a delincuentes que, mientras tanto, nos siguen matando hasta por un celular.
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Cambiemos el enfoque. Que cada autoridad le siga echando la culpa a las otras, si lo desea, y que les sugiera incluso en qué deben cambiar; pero con una condición: que primero nos diga cada cual (jueces, fiscales, Gobierno y alcaldes) qué está haciendo de verdad, en su ámbito propio y específico, para atacar el crimen.