Hace no mucho tiempo mi hijo mayor sufrió un asalto con secuestro express, secuestro criminal, mortal, perceptivo, como quieran llamarlo nuestras autoridades; pero lo cierto es que terminó con la muerte de una persona que viajaba con él, una anciana que entró en pánico y empezó a gritar ante las amenazas de los delincuentes.

A mi hijo lo maltrataron y dejaron abandonado en el baúl del carro, amarrado, y sin poder reaccionar ni saber si su tía estaba viva o no; hasta que un buen samaritano se acercó al vehículo y alertó a la policía. Al día siguiente, la noticia en primeras páginas de la crónica roja, las denuncias, tomas de huellas digitales, etcétera, y nada más. Hace un mes fui al Policentro a retirar dinero de un banco el día sábado. Al salir, me siguieron, pero gracias a Dios me di cuenta y pude desviarme hacia la avenida de Las Américas donde encontré una camioneta de la Policía, junto a la que me estacioné para solicitar auxilio. Los ladrones pasaron cerca de nosotros en un vehículo sin placas, como si no pasaba nada. Los dos miembros de la Policía me calmaron y me escoltaron a mi domicilio. Si no hubiera tenido la suerte de encontrarlos, posiblemente estuviera “leyendo” noticias de “percepciones” desde el más allá. ¿Para qué preguntar qué hacía un automóvil sin placas con cinco hombres con gorras a bordo, en el parqueadero de un centro comercial; si ya imaginamos las respuestas? La administración probablemente diría que eso a ellos no les corresponde, que no se pueden violar los derechos de las personas a estar en un carro sin hacer nada. La Policía me pediría que presente una denuncia, y como en realidad no pasó nada, hasta podría incurrir en quién sabe qué delito. ¿Y del carro circulando sin placas?, solo sé que si hubiera sido el mío, me hubiera parado un vigilante del tránsito. Mientras escribo esto, mi hijo menor me comenta que a su novia y familia acababan de estar un local de shawarmas en la avenida principal de Entre Ríos, donde cinco tipos armados asaltaron el local y a los comensales. Por favor, ciudadanos, autoridades, dueños de bancos, centros comerciales, asociaciones de taxistas, expertos (que sí los hay), personas que en verdad sepan, puedan y quieran ayudar a resolver este tema; reúnanse, reaccionemos, que sus familiares también serán víctimas tarde o temprano. Información de los modus operandis ha de haber de sobra, de las tantas víctimas que han sufrido la audacia de los delincuentes. Acciones sencillas como patrullar dentro y en los alrededores de centros comerciales y otros lugares donde se repiten estos hechos criminales, no puede ser tan difícil. ¿Acaso solo los delincuentes ven las películas de crímenes y obtienen de ahí sus ideas para atacarnos? ¿No han visto nuestras autoridades que podrían ponerse de señuelos ellas para empezar a capturarlos a fin de proteger las nuestras?

José Ampuero Balda,
Guayaquil