Los cementerios de poblaciones remotas o de las grandes ciudades del país empezaron a coparse ayer de fieles. Los preparativos comenzaron desde la madrugada, en algunos casos, para cumplir con rituales o costumbres que se transmiten por generaciones y que se resisten a desaparecer, como aquella de preparar alimentos para ofrecer a sus parientes fallecidos.
Uno de estos casos es el de la familia Mero Seguiche, de Sancán, comunidad de Jipijapa (Manabí). Allí, una mesa instalada junto al dormitorio estaba ayer repleta de manjares. Haydé Mero es una de las pocas habitantes de esta comunidad que no han dejado morir la tradición de dejar alimentos para los muertos. Ella lucha porque perdure la costumbre.
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A pesar de que no tuvo hijos pequeños muertos, Haydé dejó la noche del domingo en su mesa tres ollas repletas de galletas de almidón, turrón de ajonjolí y suspiros. “Ahí para que los niñitos muertos coman, ahí quedan”, relató Mero, quien para elaborar estos bocados destina cada año cerca de $ 40.
Pero ayer esos alimentos amanecieron intactos, como hoy también de seguro lo estarán. Quienes al final consumirán los manjares serán los familiares de Haydé, de 62 años, y vecinos de Sancán, una localidad en donde aún se resiste a perderse esta costumbre.
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Luis Pincay también elabora los alimentos en honor a los muertos, pero a diferencia de su vecina Haydé, él recién anoche se aprestaba a elaborar bollos y greñoso que dejará en honor a sus familiares fallecidos.
Ellos perduran con la tradición, la que dejó Felícita Pincay. “Ya a los muchachos de ahora no les gusta esas costumbres, me dicen que por qué cocino si nadie va a comer, entonces ya no lo hago”, relató la anciana, quien ahora junto a su hijo Anselmo Lino vende tortillas frente al cementerio de Sancán.
Del porqué de estas tradiciones se mantienen aún en comunas de la zona sur de Manabí, el historiador manabita Alfredo Cedeño dijo que aquello ocurre porque precisamente en localidades de Montecristi, Jipijapa y otras, sus antepasados tuvieron poca mezcla con los españoles y se preservó la costumbre.
Para rescatar esta tradición de los difuntos, la Fundación Fortaleza de la Identidad Manabita elaboró un documental sobre estos casos en Manabí. Ese material audiovisual ya fue presentado precisamente en Sancán, donde las nuevas generaciones son renuentes a continuar con la tradición de “alimentar a los muertos”. “La tradición es el relato vivo de las historias y creemos que es necesario no dejarlas morir”, sostuvo Alberto Miranda, integrante la Fundación.
Serranía
En todos los sectores es característica la colocación de flores y velas. Pero en localidades de Cotopaxi, Tungurahua, Pichincha y otras provincias, los parientes llevan a las tumbas cuy, papas, mote y otras comidas.
Música
En cementerios de Guayas y Manabí hay músicos que ofrecen serenatas por $ 10.