La compra de monigotes para Fin de Año a lo largo de la calle 6 de Marzo, es toda una tradición que se ha incrementado en la primera década de este siglo XXI para los guayaquileños. Aun cuando poco se sabe de quienes los confeccionan, familias enteras han hecho de esta actividad una forma de vida, oculta tras la atracción que generan sus creaciones de madera y papel.

Maritza Arreaga y Ramón Vera llevan 21 años de matrimonio, de los cuales 20 lo han dedicado a este oficio. Con el paso del tiempo, desde la curiosidad infantil, fueron incorporándose sus cuatro hijos.

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“Elián (el menor, de 10 años) dibuja muy bien, quiere estudiar en el Colegio de Bellas Artes, aunque está aprendiendo el oficio, no quiere dedicarse por completo”, cuenta Vera, al pedir que le traiga una pila de periódicos y el modelo del que harán una reproducción gigante.

Incluso bares, discotecas y ferias universitarias los requieren para ornamentar las instalaciones en sus eventos.

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Cuentan que para esas estructuras (de hasta 5 metros) se amanecen, para entregar el pedido a tiempo. “Nosotros no celebramos el 31, estamos aquí hasta las 22:00, de ahí nos vamos a descansar, todos caemos cansados”, refiere Arreaga, mientras embadurna de cola un muñeco que empieza a adquirir formas plásticas.

Por estos días venden moldes, y a partir de noviembre lo harán con muñecos pintados, en su puesto, entre las calles Huancavilca y Capitán Nájera.

En Febres Cordero, una cuadra más adelante, Fernando Murrieta replica desde un pequeño muñeco la musculatura de Hulk, que alcanzará una estatura de tres metros.

Murrieta asegura que tiene unas 50 unidades embodegadas, sin pintar.

“Esto depende de la película que ha impactado durante el año, ahora se venderá mucho Buzz Lightyear de Toy Story o la Araña negra”, vaticina el joven, que con su padrastro aprendió la ocupación.

Aunque faltan más de dos meses para el día esperado, y la mayoría de monigotes exhibidos apenas son un esbozo, hay comerciantes que ya cuentan con productos finalizados.

Ese es el caso de la familia Morocho, en la esquina de la calle Cuenca.

Ellos conformaron una microempresa familiar, denominada La Casa de las Caretas, donde laboran ocho de sus miembros, desde marzo.

Ellos han apostado por hacer muñecos a precios económicos, además, aseguran que llegan compradores desde otras provincias para adquirirlos.

“Teníamos una camioneta, la llenábamos de caretas e íbamos a Salitre, Portoviejo y Cuenca para venderlas”, manifiesta Carlos Morocho, que desde los 8 años ayuda a su padre.

En 1998 decidieron establecerse en la calle 6 de Marzo, cuando no había tantos artesanos. “Ahora hay gente que es novata y que quiere meterse al negocio, con los moldes”, afirma Morocho.

Asegura que disponen de caretas vinculadas a la contingencia nacional como la del presidente Rafael Correa o el alcalde Jaime Nebot; además de personajes de series para niños como Ben 10, Jimmy Neutrón, Doraemon, Pucca o Dragon Ball.

“Aquí lo que cuenta es la creatividad de cada uno, igual al pueblo le gusta variedad, que es lo que tenemos”, reitera.

Otro muñequero es Daniel Vera, en la calle Calicuchima, que aplica lo que le enseñó un vecino. “Su papá llevó este arte a nuestro barrio (Guasmo norte)”, dice al señalar a un amigo, que posee un taller a pasos del suyo, “lo aprendí viendo y practicando desde niño”, contó.

Él ofrece monigotes que se distinguen por la precisión de sus rasgos, similares a los originales. Mario Bros, Depredador, Avatar, el Chavo del 8 o Don Ramón, entre otros, están a la venta. “La mayoría de los que hacemos esto no disfrutamos las fiestas porque nuestro principal objetivo es trabajar, pero es increíble ver que el 1° de enero todo ha quedado reducido a cenizas”, afirma.

Fernando Murrieta
COMERCIANTE DE MONIGOTES
“El año pasado fue fantástico para nosotros, se vendió todo, ahora habrá que esperar, que todo lo disponga el de arriba”.

Daniel Vera
MUÑEQUERO
“Uno para poder vender un muñeco tiene que hacerlo bien, sino te quedas hasta el final, y no te pagan lo que pides”.

Maritza Arreaga
ARTESANA DE MOLDES
“Trabajamos los 365 días del año para lo que nos pidan, también vienen a buscarnos para las ferias de las universidades y Halloween”.