.- Igual a la cadena alimentaria de los peces, una noticia devora a otra noticia. Abre la boca, hace ¡glup! e instala un nuevo tema. Pero detrás viene otra que hace un nuevo ¡glup! y la anterior pasa a ser trabajo para el aparato digestivo, que en el mundo periodístico sería el archivo. Es la casi salvaje curiosidad humana, siempre insatisfecha, reclamando novedades sin pausas.No obstante, el jueves recibimos, todos, una información gigantesca, que deglutió a todas las demás y esa suerte de cadena de montaje que nunca para, paró: el Nobel de Literatura fue concedido a Mario Vargas Llosa. Que es decir a nuestro idioma, a nuestra América Latina, a nuestras raíces comunes, a alguien que hemos leído. El lector tiene, con el autor que ha leído y le ha gustado, una ligazón de amistad nominal y secreta. Lo conoce, lo estima y admira.Por ello, el premio de todos los premios a Vargas Llosa es el tipo de titular que pone a prueba la estatura periodística de un editor, porque allí entra a jugar un factor que define a un hombre de prensa: su capacidad de dimensionar la noticia. Es una novedad sensacional para toda Sudamérica y motivo central de portada, incluso para Brasil, que suele ser un mundo aparte y además habla otra lengua. Y lo fue. El Nobel al ilustre peruano ocupó la portada de todos los medios independientes del subcontinente.La hora en que se produjo la noticia (amanecer del jueves pasado) le dejó la pelota servida frente al gol a los portales de internet. Ya habían salido los diarios matutinos y los sitios en la red se hicieron un festín: 24 horas de notas, entrevistas y repercusiones para ellos solos. Una prueba más de que el periodismo electrónico pasó a ser el jugador número uno en materia noticiosa.El diario en papel sigue siendo hermoso y cautivante; nada como tomar un ejemplar bien planchado y disponerse a leerlo acompañado de un café. Es un momento maravilloso del día y un ejercicio que ojalá nunca se extinga. Pero, mal que nos pese, el diario en papel es un elefante que viene caminando detrás, alejado del puntero. Por ello debe arreglarse bien, maquillarse y cuidar su silueta para lucir siempre atractivo. Esto es: renovarse, ofrecer buen material de lectura, hacer periodismo de investigación, de opinión y, en fin, mostrarse irresistible para que el lector lo encuentre seductor y pague por él.Pero, ¡cuidado!, el diario en papel es el padre del periodismo, respetos a él. Al diario, incluso, se le debe el nombre genérico de 'prensa', devenido de la imprenta.La radio debe hacer un descomunal ejercicio de producción de entrevistas para equiparar su falta de imagen ante un despacho tan impactante como este del Nobel. Y la televisión, no apta para el diálogo radial y sin el contacto con el protagonista, debe apelar al máximo ingenio para mantener en el aire la noticia. Internet les está ganando por goleada porque, además, maneja como ningún otro medio la interacción con el público. Los foros dan fe de que, ante un suceso de este calibre, la gente se vuelca en masa a sus computadoras, entra en la red, devora la noticia y se expresa.Un Nobel -y de Literatura- excede todos los ámbitos y penetra también en el deportivo. Equivale a ganar un campeonato mundial de fútbol. El Comercio de Lima mostró reflejos rapidísimos y, entre las diversas repercusiones y notas colaterales, incluyó una gran foto del escritor sosteniendo la camiseta de Universitario de Lima, club del cual es hincha declarado. Con ello ganó el interés de un segmento compuesto por millones y despertó el orgullo de toda la afición de la 'U'.El Nobel a Vargas Llosa representa, esencialmente, una victoria del mérito. En un mundo contemporáneo donde el mérito es una plantita mustia acorralada por la arena y el viento, este Nobel es un triunfo de la virtud y la calidad por sobre las extravagancias tontas. Se trata de un reconocimiento genuino a un talento, a un sudamericano que nos honra a todos, a un maestro de nuestra lengua castellana y a un escritor de todos los tiempos. Un erudito de fácil acceso, de lectura simple y fecunda obra.Pasó con Neruda, con García Márquez, ahora con Vargas Llosa; cuando un latinoamericano recibe este galardón la mente viaja de inmediato a Borges, el coloso de las letras latinoamericanas que murió a los 86 años sin recibir la esperada distinción. Lo mismo pensó el notable arequipeño en Nueva York (\"¿No se lo dieron a él y me lo dan a mí...?\"). Pero, bueno, Borges es Borges, aun sin Nobel. ¡Qué mérito!","isAccessibleForFree":true}
El premio a Vargas Llosa es el tipo de titular que pone a prueba la estatura periodística de un editor, entra a jugar un factor que define a un hombre de prensa: su capacidad de dimensionar la noticia.
FOTO: Vargas Llosa, el mérito y el Nobel Foto: redaccion
Por Jorge Barraza (jbarraza@sinectis.com.ar) .- Igual a la cadena alimentaria de los peces, una noticia devora a otra noticia. Abre la boca, hace ¡glup! e instala un nuevo tema. Pero detrás viene otra que hace un nuevo ¡glup! y la anterior pasa a ser trabajo para el aparato digestivo, que en el mundo periodístico sería el archivo. Es la casi salvaje curiosidad humana, siempre insatisfecha, reclamando novedades sin pausas.