Guayaquil ostentaba el justo calificativo de gran arsenal del Pacífico, nervio del comercio de la región y magnífico astillero de esa costa de América. Eso consolidó aún más su prestigio como tierra natal de importantes científicos y pensadores notables de la etapa colonial.
Tales elogios a la ciudad ratificaron el apego de los guayaquileños a la causa emancipadora, que ya hacía estragos en las colonias españolas de este continente. Aquello hizo que las autoridades realistas ejercieran mayor control en la región e incrementaran el resguardo militar de la plaza.