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GYOR, Hungría.- Un derrame de lodo tóxico de una planta de alúmina (óxido de aluminio) en Hungría llegó ayer al río Danubio y equipos intentaban diluirlo para proteger la importante vía fluvial europea de lo que se ha calificado como una "catástrofe ecológica sin precedentes".

El accidente ocasionó el vertido de un millón de metros cúbicos de "lodo rojo", una sustancia extremadamente cáustica y cargada de metales pesados.

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Se informó de muertes esporádicas de peces en los ríos Raba y Mosoni-Danubio, pero la pérdida fue total en el pequeño río Marcal, el primero en sufrir por el derrame.

Los equipos trabajaban vertiendo cientos de toneladas de yeso y de ácido acético en los ríos para reducir la alcalinidad del barro que comenzó a filtrarse el lunes desde la reserva de contención e inundó poblados locales, dejando cuatro muertos y más de 150 heridos. Tres personas desaparecieron.

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El Danubio es el segundo río más largo de Europa y un pilar en su historia, economía y cultura. La calidad de su agua es clave para una amplia región de Europa central y del este.

En los 2.800 kilómetros que recorre desde la Selva Negra hasta el Mar Negro, el Danubio y sus afluentes constituyen un ecosistema en el que viven cinco mil especies animales y dos mil vegetales.

Más de 60 millones de personas viven en la cuenca de este río en los diez países por los que cruza, y las fértiles llanuras que alimenta se cuentan entre las zonas agrícolas más productivas del continente europeo.

Su cauce atraviesa cuatro capitales europeas: Viena, Bratislava, Budapest y Belgrado, y ha sido tradicionalmente un eje de transporte y comunicación, pues el río es navegable en el 87% de su longitud.

Pero aparte de su importancia para la agricultura y el comercio, este río que durante dos siglos fue la frontera natural del Imperio Romano en parte de su cauce, es ahora un importante imán turístico.

Hasta 17 parques naturales se encuentran a sus orillas y las rutas para visitar sus playas e islas son numerosas.