Con un poco de recelo por temor a enfermarse, varios moradores del centro y sur de Guayaquil empezaron a comprar botellones de agua el fin de semana para cocinar y beber. Incluso algunos los adquirieron para bañarse, ya que desconfían de la calidad del servicio ante los olores y sabores que empezó a presentar el agua la semana pasada en la ciudad.