EFE
JERUSALÉN.- Las calles israelíes amanecieron hoy desiertas, con todos los comercios cerrados y sin un sólo vehículo en las calzadas, con motivo del Yom Kipur o "Día del Perdón", en el que millones de judíos observan un estricto ayuno y acuden a las sinagogas con calzado de lona.
La paralización absoluta afecta a las ciudades judías, en tanto que en las de mayoría árabe -que representa un 20 por ciento de la población israelí- la actividad comercial prosiguió de forma regular.
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El Yom Kipur, mencionado en las escrituras sagradas como el "Sábado de sábados", es la jornada más sagrada del calendario hebreo, y exige a los creyentes un ayuno de unas 25 horas y prolongados rezos en las sinagogas.
La fiesta comenzó ayer al anochecer y continuará hasta que no se vean esta noche las tres primeras estrellas.
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Durante estas veinticinco horas las emisoras de radio guardan silencio, las cadenas de televisión nacionales no emiten señal, el espacio aéreo y marítimo permanecen cerrados, y las fronteras están selladas.
Las fuerzas de seguridad permanecen en estado de alerta y no se permite el acceso a territorio israelí de palestinos de Cisjordania o Gaza, salvo casos humanitarios.
La rutina de este día es rota únicamente por los vehículos de los servicios de emergencia, y cientos de miles de niños que aprovechan que las carreteras están vacías para salir con sus bicicletas y monopatines.
El parón afecta también a la inmensa mayoría de los portales de noticias en Internet que han detenido sus actualizaciones desde las 17.00 hora local ayer.
El respeto de estas férreas tradiciones, a diferencia de otras que habitualmente generan encontronazos entre laicos y religiosos a lo largo del año, disfruta de un gran consenso entre la población y más de dos tercios de los judíos de Israel observan el ayuno y acuden a las sinagogas.
En señal de modestia, los feligreses calzan zapatos de lona toda la jornada.
El Yom Kipur es la última oportunidad que ven los creyentes para arrepentirse de sus pecados y malas acciones en los últimos doce meses, de cara a un veredicto que llegará nueve días después y que les determinará si, en el año que acaba de comenzar -el 5771 del calendario hebreo- continuarán "en el libro de la vida".