EFE
QUITO.- Cuatro jóvenes mayas se batieron en un juego de pelota de hace 3.500 años en Quito, la capital en el corazón de los Andes ecuatorianos que una vez fue inca, donde recrearon la lucha entre la luz y la oscuridad que anima esa tradición.

El Ministerio de Cultura de Ecuador anunció que sería "la primera vez" que la pelota maya se jugaría en el país, pero en realidad ese dato puede ser erróneo.

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Está demostrado que los mayas tenían contactos con los pueblos de las altas tierras andinas y, en particular, con las culturas de la costa ecuatoriana, de las que obtenían las conchas de espondilus que usaban como moneda, según explicó el embajador de Guatemala en Ecuador, Alfredo Fernández.

Por tanto, lo que ocurrió en el parque de la Carolina fue posiblemente un re-encuentro de culturas tras un lapso de 500 años.

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En la llamada "cancha de pelota nacional", los cuatro jóvenes practicaron un deporte, interpretaron una danza y celebraron un ritual, pues todo eso junto es la pelota maya.

Llevaban los rostros y el pecho pintados de negro y blanco, y vestían pectorales, cintos con ídolos y rodilleras.

Divididos en dos equipos, su objetivo es meter la pelota por un aro elevado usando los antebrazos, caderas y rodillas. Otra variante también demostrada  en Quito es una especie de hockey que se practica con una bola en llamas.

El juego es una representación de la cosmovisión de los mayas, explicó Fernández, pues representa la lucha "entre el bien y el mal, el día y la noche, o sea, entre la oscuridad y la claridad, y siempre triunfa el bien, y con respeto hacia la naturaleza y el ser humano".

La pelota simboliza el mundo y el aro es el agujero negro que tira de la Tierra, según la visión maya del universo.

Por ello, cada vez que la pelota de los mayas tocaba la cancha se recreaba la victoria de lo luminoso sobre las tinieblas y la subsiguiente transformación de los dos gemelos en el Sol y la Luna.

Al juego tenía acceso sólo la élite maya, por el poder contenido en él, y no hay evidencia, según Fernández, de que se sacrificara a los perdedores, como se ha escrito en algunos lugares.

Los colonizadores españoles lo prohibieron, ya que lo veían como algo maligno, y cayó en el olvido, al tiempo que se desintegraba la propia civilización maya.