La denuncia del Embajador del Ecuador ante la OEA es gravísima: el Canciller Ricardo Patiño le habría exigido que no convoque a la reunión en la que ayer se trató la presencia de terroristas colombianos en Venezuela. El embajador explicó que eso lo hubiese obligado a romper las normas de la OEA. Casi a la misma hora, el Presidente de la República fue infidente y dijo que el Presidente electo de Colombia le envió una invitación personal para su asunción al mando, pero le pidió que no lo hiciese público (seguramente porque las invitaciones personales no son obligatorias, pero como Ricardo Patiño la pidió públicamente, Santos se habrá visto obligado a hacer una deferencia que no hizo a otros presidentes).
Los dos hechos dejan el mismo sabor. ¿Acaso se está intentando calmar a Hugo Chávez por el anuncio ya oficial de que el Primer Mandatario ecuatoriano, a diferencia de su colega venezolano, sí asistirá a la transmisión de mando en Colombia? El mismo régimen que tanto habla de soberanía debería cuidarse más de no pisotear ese concepto sagrado y no hipotecar nuestros intereses internacionales a intereses de gobiernos extranjeros.