Allá por las décadas de los años 50 al 70, vivíamos un ambiente feudocapitalista.
Nuestra ciudad de Guayaquil era emporio de acontecimientos históricos.
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Había algunas costumbres y se escuchaban algunas frases muy típicas en las personas al hablar, como las siguientes:
Nuestras abuelas y madres tenían la costumbre de coleccionar retazos de distintos tipos de telas y guardarlos en cajas de cartón, debajo de las camas.
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El motivo de eso era para confeccionar las llamadas colchas de bregué, en las famosas máquinas de coser Singer que había en muchos hogares de la ciudad.
El término bregué, creo, fue traído de Francia.
La moda de aquellos tiempos consistía en coser retazos de tela, uno por uno, uniéndolos para hacer una gran sobrecama de lindos colores y estampados.
Cuando una mujer concebía hijos de distintos compromisos, le decían “pareces colcha de bregué”.
Otra frase de esos tiempos era sobre los empleados que trabajaban para los cines (mal llamados teatros).
Estos señores eran los encargados de trasladar en bicicleta hasta los cines los rollos de las películas, en unas cápsulas de metal.
Cuando se demoraban en el traslado o sufrían algún accidente en la calle por la velocidad que imprimían en la bicicleta, el público asistente que ya estaba sentado en el cine esperando, se incomodaba y gritaba al hombre que proyectaba la película y quien nada tenía de culpa del retraso para que ruede el filme: “muévete mantequilla, muévete mantequilla”.
Eduardo Sánchez Rondoy,
abogado, Guayaquil