Días atrás un perro de raza pitbull asesinó a una mujer en Pastaza. La víctima presentaba mordeduras en la parte frontal del cráneo, la mejilla derecha y cuello, además del desprendimiento de la piel y exposición del hueso del brazo derecho. En suma, una muerte espantosa.
La ley no prohíbe poseer estos animales (un error que esperamos algún día se corrija), pero al menos exige determinados requisitos, como el de mantener a los perros encerrados sin acceso a posibles víctimas, y que dispongan de un chip para su localización oportuna. Por lo que se ve, con esta nueva tragedia, hay personas que no cumplen ni siquiera con esas disposiciones.
El Estado debe sancionar con mayor diligencia a quienes –aferrados a la convicción de que sus perros no son agresivos– ponen en riesgo la integridad física de sus vecinos. Hay suficiente evidencia para demostrar que existen razas de animales sobre los cuales simplemente no se puede tener control. Pero además hay una ley que debe respetarse.