¡Oye tú, ’loco’! ¿Qué fue ‘pajarito? ¿Cómo estás ’melenudo’?... y así sigue la lista de apodos. Y qué diremos de los adjetivos que se usan en la cultura ecuatoriana para referirse a otros ciudadanos que cuando tienen acogida se los llama negrito, blanquito, enanito, gordito, etcétera, y cuando no la tienen se los llama indio, rosca, panzón, palillo, entre otros.
Estos adjetivos o apodos que menciono anteriormente son de buen gusto pero inaceptables, por supuesto; pues hay otros que no los señalo y realmente son insultos que degradan a la persona y, sobre todo, atentan a la dignidad humana; ya que se demuestra a través de ellos la falta de respeto que el protagonista tiene contra la persona a la cual se lo dirige.
Esta característica esparcida en el pueblo pone de manifiesto un comportamiento social nada encomiable; ya que cuando se lo practica para referirse a un individuo o a un grupo viene acompañado de burla, la cual atenta contra la estima de la persona.
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Miraba un partido de fútbol entre Barcelona y el Espoli, y a un jugador del Espoli que no tenía apodo todavía lo bautizaron en esa ocasión los locutores deportivos con el apodo de la Momia Arce. Comentando entre ellos, manifestaron que le preguntaran al jugador si le gustaba, de lo contrario se lo cambiaban. Después de escuchar esto me quedé perplejo, pues sentí la percepción desagradable de que el apodo es algo mandatorio para un ciudadano.
Por ello, es digno de todo individuo que se lo llame por su nombre. Y si es un grupo social se lo llame por su grupo social pero usando sus verdaderos nombres que los definen, mas no que los degraden.
En especial nuestros líderes deben recordar que como íconos del país sus presentaciones y mensajes son escuchados por niños, jóvenes y adultos que siguen muy de cerca sus palabras, por tanto, tienen la obligación de practicar principios altruistas para propiciar y fomentar actitudes saludables en el buen trato entre todos los compatriotas. El abuso con los apodos debe terminar.
Patricio Coba,
ingeniero, Guayaquil