Una capa de brillo oleoso y bolas de alquitrán tocaron ayer el noroeste de las playas de Florida, en el primer impacto aparente del derrame de crudo del Golfo de México sobre uno de los estados más turísticos del país.

Restos de petróleo bañaban la orilla de la playa de Pensacola, parte de la ribera que se promociona como “las playas más blancas del mundo”.

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Florida, con una industria turística de 60.000 millones de dólares anuales se ha estado preparando para la llegada de la marea negra que ya lleva 46 días desde que fue originada por la explosión y hundimiento de una plataforma de Bristih Petroleum. El crudo ya llegó a las costas de Luisiana, Misisipí y Alabama.

En tanto, el presidente Barack Obama, en su tercera visita a la zona afectada, aseguró ayer que parece haber “progresos” en la lucha contra el vertido de petróleo en el Golfo de México. BP comenzó ayer a capturar parte del crudo que fluye sin control, tras instalar una cúpula de contención sobre el ducto averiado, mientras bolas de alquitrán comenzaron a bañar las costas de Florida. Tomaría algunos días antes de que la operación alcance un óptimo desempeño.