Los diez estadios capaces de acoger entre 40 mil y 90 mil espectadores están listos para recibir a las 32 selecciones que disputarán la Copa Mundial de fútbol. La renovación o construcción bordea los $ 3,2 millones.
Muchos creyeron que nunca llegaría el momento, pero aquí está: la Copa Mundial de fútbol en Sudáfrica.
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Cubierta bajo un manto de incertidumbre casi desde el día que la FIFA le otorgó la sede hace seis años, los sudafricanos tuvieron que aguantarse las constantes conjeturas sobre la existencia de un Plan B, una sede alterna que se encargaría del montaje del torneo.
Las dudas sobre si tendrían listos sus 10 estadios, o si podrían ofrecer una infraestructura de transportación y hospedaje para los visitantes extranjeros, parecían que daban al traste con los planes del primer país del continente africano en albergar un Mundial.
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Así que esta semana, cuando Australia se convirtió en la primera selección en pisar suelo sudafricano, se podía comprender el alivio de los organizadores al expresar que ahora sí podían concebir que el certamen era una realidad.
Los problemas, sin embargo, han estado presentes hasta lo último. Apenas un mes antes de la inauguración, el 11 de junio en el estadio Soccer City de Soweto, la FIFA tuvo que aportar 100 millones de dólares adicionales para garantizar que las sedes de entrenamientos de los equipos puedan estar en condiciones óptimas, luego de las quejas de algunos sobre los servicios y la calidad de las canchas.