La primera suma importante de dinero que Segundo Alejandro Castillo recibió por el fútbol fue de 30 mil dólares, como porcentaje de la venta de su pase de Espoli a El Nacional, en el 2003. Cuenta que el delantero Ángel Cuchillo Fernández le dijo: “Negro, primero compra la casa, el carro viene solo después”. Es uno de los consejos que más valora. Hoy, el futbolista de San Lorenzo (Esmeraldas) se ufana porque lo que ha ganado ha invertido en bienes raíces, “para asegurar el futuro de mis hijos”.
El fútbol es como un vicio para Segundo Castillo Nazareno, quien hace diez días cumplió 28 años. Por eso no deja de entrenar ni en estos días que está de vacaciones en Quito, luego de concluida la temporada en el
Wolverhampton, de Inglaterra.
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Todas las mañanas acude a las instalaciones de El Nacional, club de donde partió hace cuatro años al Estrella Roja, de Serbia, y luego a los ingleses Everton y Wolverhampton. En Quito vive en Ponciano Alto, en una vivienda con cerramiento eléctrico. Ahí posee una sala estudio dedicada al fútbol, con una pantalla gigante y las paredes llenas de fotos y portadas de periódicos con él como protagonista. En la sala principal hay un bar con diversas marcas de whisky. Pero aclara que él no bebe.
Castillo resalta el apoyo de su esposa, Brenda Tatiana Cabezas, con quien tiene ocho años de relación. Medita: “La conocí cuando comenzaba y no tenía nada. Es bueno tener a tu lado a una persona que te conoció así y no llegó por interés”. D’Alessandro Isael, de un año tres meses, y Francesco del Piero, de 32 días, son sus hijos. El último nació en Inglaterra. En ese país los equipos no se concentran un día antes del partido. “Si juegas de local duermes en casa y solo te citan a desayunar y al estadio. Uno se dedica a jugar al fútbol. De la familia y todas sus necesidades se encarga el equipo. Te pagan al día, te dan de todo, pero hay mano fuerte si no cumples”.