La tarde del 24 de diciembre del 2002, Carlos Vicente Tenorio se aprestaba a disfrutar de las fiestas de fin de año junto con su madre, al finalizar el campeonato ecuatoriano de fútbol. Rodrigo Paz, dirigente de LDU de Quito, lo llamó para avisarle que tenía una oferta para jugar en Arabia Saudita. “Con lágrimas en los ojos”, el futbolista esmeraldeño tomó vuelo la madrugada del 25.Han pasado más de siete años y ahora el delantero esmeraldeño de 31 años dice sentirse medio árabe y medio ecuatoriano. Juega en el Al Nasr de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y vive, “de manera impresionante”, en la capital, Dubái, una de las urbes más famosas del mundo y donde se asienta el edificio más alto del planeta, el Burj Dubai.Tenorio vacaciona estos días en Ecuador. Estrena una casa en un conjunto privado de Ponciano Alto, en Quito, una zona de alta plusvalía. Ahí tiene hasta su propia cancha de fútbol. Entre adornos con motivos árabes, en la sala hay dos pequeñas fotos enmarcadas donde él luce un turbante y su esposa, Iris Cortez, viste un traje negro que solo deja descubiertos los ojos. Es como ella salía a la calle en Arabia Saudita, su primer destino, antes de Qatar y EAU.El delantero tiene como apodo El Demoledor, que –recuerda– le puso el relator deportivo Alfonso Lasso. En su vida ha debido actuar así. “Nada es fácil y hay que superar las barreras que se le presenten”, afirma, al referir las dificultades de su niñez en un barrio pobre de Esmeraldas, y ya de futbolista, para adaptarse a una cultura distinta.“El idioma no es un obstáculo. Lo más difícil son las costumbres, en países donde la religión musulmana está sobre todo. Pero uno debe cargar con eso y luchar con todas las ganas”, dice.Cita como ejemplo que los musulmanes oran cinco veces al día: a las 05:15, 11:15, 12:45, 18:55 y 20:30, durante unos 20 minutos en cada periodo. “Lo importante es respetar. Si uno está circulando en el carro, debe bajar el volumen de la radio e ir despacio”, afirma.Por sus goles ha recibido cuantiosos regalos, como un auto Lamborghini de lujo. Pero aclara que lo material no es todo: “Lo más lindo es la amistad. En Qatar me gané una relación con la familia real”. Su actual club le proporciona una casa con cinco dormitorios, amueblada, y dos carros, además del sueldo de decenas de miles de dólares. “Si me pretenden clubes de otros países será bajo mis condiciones, porque donde estoy no se paga ni impuestos y en Inglaterra, por ejemplo, ese rubro es del 37% de los ingresos”.Dos casas en Quito, una que edifica en reemplazo de otra que la demolió porque no le gustaba, en Esmeraldas, son una parte de sus bienes raíces. “Tengo mis propiedades y trato de que mi familia disfrute. Me esfuerzo por ellos, por mis padres”, agrega El Demoledor, quien señala que su disciplina es estricta y su entrenamiento, exigente.","isAccessibleForFree":true}
QUITO. Carlos Justin, de 5 años, y Carlos Dianné, de 8 meses, en primer plano, juegan en la sala de la casa de Carlos Tenorio (d). A su izquierda, su esposa, Iris Cortez, y su hija adoptiva, Tania. Foto: redaccion
Carlos Tenorio La tarde del 24 de diciembre del 2002, Carlos Vicente Tenorio se aprestaba a disfrutar de las fiestas de fin de año junto con su madre, al finalizar el campeonato ecuatoriano de fútbol. Rodrigo Paz, dirigente de LDU de Quito, lo llamó para avisarle que tenía una oferta para jugar en Arabia Saudita. “Con lágrimas en los ojos”, el futbolista esmeraldeño tomó vuelo la madrugada del 25.