Es realmente inaudito que el Presidente de la República, en su alocución del día 22 de abril, haya proferido amenazas de guerra contra el hermano país de la República de Colombia, por ejercer su legítimo derecho a la defensa eliminando focos de la criminal narcoguerrilla, que asesina y secuestra a ciudadanos de ese país; con lo cual nuestro Gobierno da a entender que defenderá con las armas a esa peste terrorista que ha sido condenada en forma universal. El pretexto es interpretar que una justa acción militar contra delincuentes significaría agredir nuestra soberanía, confundiendo deliberadamente una acción punitiva como si fuera un ataque a nuestras Fuerzas Armadas o a la población civil del Ecuador, lo cual nunca sucedió. En vez de agradecer al Gobierno de Colombia el haber limpiado nuestro territorio de esa infame lacra.

Pablo Narval Reyes,
Guayaquil