El Fenway Park es el estadio de béisbol más antiguo de las Grandes Ligas. El primer juego que se celebró ahí el 20 de abril de 1912, tan solo cinco días después del hundimiento del Titanic, con una victoria de Medias Rojas de Boston 7-6, en once episodios, a los Highlanders, precursores de los Yankees.
Es uno de los escenarios de menor aforo, con espacio solo para 36.298 aficionados, con asientos muy estrechos, y con zonas y esquinas en la que no se observa muy bien los juegos. Está construido en una zona llena de pantanos conocida como Fenway.
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Ha sido testigo de grandes triunfos así como derrotas humillantes. Es la casa en donde brillaron beisbolistas de la talla de Ted Williams y Babe Ruth. Los Medias Rojas ganaron la Serie Mundial en su primera temporada, luego lograron tres clásicos más pero necesitaron 86 años para ganar otra Serie y derrumbar el mito de la Maldición del Bambino.
El Fenway Park es mágico. No existe otro estadio mejor, íntimo y tan lleno de encantos para un juego de béisbol, con aficionados muy frenéticos que llegan a decir que en este escenario el césped es más verde y el hot dog es más sabroso.
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Hace varios años, un hombre se quedó encerrado fuera de su automóvil en la calle fuera del estadio. Mark McGwire le conectó un jonrón a Zane Smith que se salió del parque y aterrizó en el vehículo de este ciudadano, haciendo un hoyo en el parabrisas. Eso le permitió recuperar sus llaves. El hombre le llevó la bola a McGwire para que se la firme, en una anécdota muy parecida a una vivida por Panchón Sánchez en Ecuador.
Cuando se ingresa al Fenway Park lo que primero que llama la atención en la gran pared ubicada en el jardín izquierdo. Es el famoso Monstruo Verde de 12 metros de altura, casi un edificio de cuatro pisos con 72 metros de ancho. Es el elemento más reconocido de todas las instalaciones deportivas de los Estados Unidos.
El llamado Monstruo Verde se hizo necesario porque la calle tras del estadio, del jardín izquierdo, impedía hacer más grande el terreno de juego, como era aconsejable. Por eso inventaron la cerca elevada, para impedir el exceso de cuadrangulares no merecidos.
El muro, o Monstruo Verde, tiene un anacrónico marcador en el que se colocan de manera manual las carreras que se van anotando en cada episodio, además de los resultados de otros juegos. Manny Ramírez atravesó una de las puertas una vez durante un cambio de lanzadores, y casi no regresa a tiempo para su próximo turno. Ahora, algunos aficionados pueden sentarse sobre el Monstruo Verde al haberse construido unos palcos con los asientos más selectos y caros.
Lo que fue un estorbo se convirtió en una zona afortunada. Lo que fue una construcción de emergencia se convirtió en un ícono, y es uno de los motivos por los cuales el Fenway Park es intocable y sagrado. Sigue atormentado a los lanzadores y deslumbra a los bateadores.
Aunque el Fenway Park no tiene muchas de las comodidades modernas de los nuevos parques de béisbol, su ambiente es único.
Se dice que los aficionados más conocedores y apasionados del béisbol son los de Boston. Un consejo: ¡Nunca se te ocurra llevar alguna prenda de los Yankees de Nueva a ese legendario estadio!