El cierre virtual de la revista Cambio de Colombia –resuelta días atrás por sus propietarios– pone fin a una exitosa experiencia de periodismo de investigación que, al sacar a la luz varios casos de corrupción, le provocó pérdida de popularidad al gobierno de Álvaro Uribe.
La persecución a los medios de comunicación no es invento de una ideología en particular. Izquierda, derecha y centro han compartido el mismo pecado cada vez que se dejaron tentar por el autoritarismo y se apartaron de los principios que configuran la democracia. En ocasiones lo han hecho en forma directa, ordenando su clausura. Así ocurrió en nuestro país recientemente con el canal Teleamazonas. Pero en otros casos, como el de la revista Cambio, se ejercen presiones que conducen en algún momento a la autocensura. El resultado, por supuesto, es el mismo: una mordaza a la sociedad.