Nuestro país por más de dos siglos es productor y exportador de cacao nacional fino de aroma y es conocido en los mercados como cacao de arriba.
Con el grano se preparan ricos alimentos y golosinas. Son muchos los elogios y reconocimientos que recibe a nivel nacional e internacional. En su honor se han compuesto canciones, amorfinos, realizan ferias, se eligen reinas. En el 2006 el Ministerio de Agricultura del Ecuador lo declaró Símbolo Nacional. Hasta aquí, lo bonito de la pepa de oro, puesto que el cultivador de cacao nacional, en su mayoría pequeños finqueros, cada vez están más pobres, debido principalmente a los bajos rendimientos de las huertas de cacao, que oscilan entre 5 a 6 quintales por hectárea al año.
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Con estos ingresos es imposible progresar. Entre las principales causas para estos magros rendimientos citamos: la mayoría de las huertas están constituidas por árboles viejos que han pasado la etapa productiva estimada en 30 años; hay fincas con árboles centenarios; alta incidencia de enfermedades fungosas como son la escoba de bruja y la monilia, estos patógenos dañan más del 50% de las cosechas; ausencia casi total de la poda que sirve para regular el crecimiento y favorecer el rejuvenecimiento de la plantación, ya que está demostrado en la práctica que la poda por lo menos duplica la producción del cacao. Sin embargo, son pocas las fincas donde se la realiza.
Otro punto es la desecación de la tierra del cacao provocada por el uso del agua para regar bananeras circundantes. Los sistemas de riego usados en banano trabajan con bombas de alto poder de succión, ubicadas en pozos que a veces sobrepasan los 100 metros de profundidad. El agua extraída representa verdaderos ríos subterráneos que bajan el nivel freático hasta donde no llegan las raíces que nutren al cacao. La falta de líquido disminuye el cuajamiento de las flores y aumenta el pasmado de la mayoría de las tiernas mazorcas. Los bajos rendimientos del cacao nacional obligan a muchos agricultores a talar las plantaciones viejas y reemplazarlas por el clon CCN-51, de mayor rendimiento pero de menor calidad de grano. Si esto continúa, en pocos años tendremos poca área de cacao nacional con escaso volumen para exportar.
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Proponemos al Ministerio de Agricultura y Ganadería y a organismos responsables de la actividad cacaotera ejecutar de modo urgente un programa para el salvataje y mejoramiento de la productividad del cacao nacional de aroma, que comprende dos frentes de trabajo: rehabilitar y renovar plantaciones de cacao nacional. La rehabilitación debe ser adecuadamente planificada y financiada con apoyo estatal, y dirigida por personal experimentado que esté permanentemente en el campo. Serán actores principales los productores y organizaciones de base.
Deberá ser una campaña sostenida. Hay que unir todos los esfuerzos institucionales en un frente común; ejecutar algo parecido al programa de erradicación de la fiebre aftosa en el ganado. Antes del segundo año de ejecución las fincas intervenidas duplicarán su producción. Aumentaría la oferta exportable solo con la rehabilitación de las actuales huertas.
El campesino va a realizar por cuenta propia el trabajo, pues no tiene cómo hacerlo. Aportará como contraparte el trabajo que haya que efectuar. El cacao nacional, producto emblemático del país, fue principal sostén de nuestra economía por mucho tiempo. Miles de ecuatorianos dependen de esta actividad; bien vale todo esfuerzo por él.
Julio Cerezo Valenzuela,
ingeniero agrónomo, Vinces