EFE-AFP
CIUDAD DEL VATICANO.- En un hecho excepcional, el papa Benedicto XVI convocó a una reunión el lunes y ayer a todos los obispos de Irlanda, indignado por los actos "particularmente odiosos" de sacerdotes de la región de Dublín que, amparados por su jerarquía, abusaron de cientos de niños desde 1975 al 2004, según revelaron dos informes oficiales.
Benedicto XVI denunció ayer la inercia de la jerarquía católica irlandesa, manchada por actos de pedofilia cometidos por sacerdotes encubiertos por sus obispos y le pidió medidas "concretas" para "restaurar la credibilidad moral y espiritual de la Iglesia".
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El Papa denunció "el fracaso de las autoridades de la Iglesia irlandesa para actuar con eficacia frente a esos casos de abusos sexuales contra jóvenes por parte de miembros del clero irlandés y religiosos".
Según un informe publicado a fines de noviembre, los responsables del Arzobispado de Dublín, el más importante de Irlanda, cubrieron los abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la región contra cientos de niños durante un periodo que abarca varias décadas.
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Después de esas revelaciones, cuatro obispos presentaron su dimisión, pero una sola de ellas se ha hecho efectiva hasta el momento, la de monseñor Donald Murray, ex obispo de Limerick y obispo auxiliar de Dublín de 1982 a 1996. Otro de los dimitentes, monseñor James Moriarty, obispo de Kildare y Leighlin, quien forma parte del grupo de prelados presentes hoy en el Vaticano.
Ayer, el cardenal primado de Irlanda, Sean Brady, reiteró que colaborarán con las autoridades civiles y aseguró que los curas presuntamente culpables de pederastia en su país serán juzgados.
Encabezados por Brady, cardenal primado y arzobispo de Armagh, los prelados irlandeses comparecieron una vez concluida una reunión de dos días en el Vaticano con el Papa y la Curia romana para analizar esos casos y afirmaron que "comprenden y aceptan" la rabia de las víctimas y de sus familiares.
Brady dijo que Benedicto XVI está "indignado" y "preocupado" por las víctimas y que en el encuentro les animó a renovar la fe y a continuar la misión.
Joseph Duffy, obispo de Clogher, denunció que en estos años dominó en la Iglesia irlandesa "una cultura del secretismo" y ahora deben hacer todo lo posible por las víctimas, "que son nuestra prioridad y tienen la última palabra".