Mazar no es una obra pública cualquiera. El futuro eléctrico del Ecuador no será el mismo luego de que inicie sus actividades. El déficit energético no quedará completamente cubierto, pero sí en un porcentaje muy alto. Con el agregado que no se trata de energía térmica contaminante sino hidroelectricidad, amigable con el medio ambiente. Y por si fuera poco, complementaria con Paute. Tres grandes ventajas en una.

Ahora bien, las grandes obras a veces corren el riesgo de pasar desapercibidas en nuestro medio. En parte porque otras noticias, más bien desagradables, ocupan por la fuerza nuestra preocupación cotidiana. Pero también, porque no son mérito de un solo gobierno sino de varios, y rara vez nuestros dirigentes políticos quieren reconocer los logros de sus rivales, considerando equivocadamente que eso los desmerece.

Mazar se inició, hay que recordarlo, con el gobierno de Lucio Gutiérrez, continuó con el de Alfredo Palacio y comenzará a funcionar con el de Rafael Correa. Por eso, más allá de la evaluación que hagamos de su paso por el poder, los tres mandatarios citados tendrán que ser recordados al momento de su inauguración.